Los restos de un vecino de Benalúa que fue fusilado en 1951 tras permanecer once años escondido en la sierra han sido exhumados a petición de su familia, que ve culminado así un año de pesquisas sobre el paradero de este pastor en cuya causa militar figura como “bandolero desconocido”.
La exhumación tuvo lugar hace unas semanas en el cementerio de Santa Cruz del Comercio, adonde fueron trasladados sus restos desde la conocida como Cueva de la Gallina, en el término de Alhama de Granada, donde supuestamente fue abatido a tiros, ha explicado a la agencia Efe Andrés Fernández, arqueólogo encargado del proceso.
Se trata de Manuel Ruz Espigares, un pastor de profesión casado y con cinco hijos, todos con vida, que desde 1940 hasta 1951, cuando murió a los 57 años, permaneció huido en la sierra de Baza.
Según ha relatado a Efe su nieto Manuel, todo empezó en el verano de 1940, cuando la Guardia Civil se personó en un cortijo cercano a Iznalloz donde su abuelo se encontraba con el rebaño junto a su hijo Amador, a quien dejó con las ovejas al percatarse de la llegada de los agentes, de los que huyó fugándose a la sierra.
Desde entonces, la familia no tuvo más contacto con él, y solo supo de su muerte cuando el 15 de noviembre de 1951 su viuda fue llevada, con los ojos vendados, hasta el cementerio de Santa Cruz del Comercio para que reconociese el cadáver.
“Mi abuela, por miedo, no lo reconoció, aunque siempre dijo que la ropa que llevaba se la había confeccionado ella”, explica Amador.
Según consta en la causa militar, en la que este pastor de profesión figura como “bandolero desconocido”, Manuel Ruz Espigares murió en un “enfrentamiento” con la Guardia Civil en la cueva de la gallina, desde donde fue trasladado al cementerio de Santa Cruz.
La causa oficial de su muerte no coincide con los testimonios recabados por la familia, según los cuales a Manuel lo mataron, “posiblemente coaccionados por la Guardia Civil”, unos conocidos suyos que le suministraban víveres y que residían en el término la Rambla del Agua, donde el pastor permaneció casi la mayor parte del tiempo escondido.
La familia, que mantiene que no perteneció a “ningún grupo de la guerrilla”, ha podido contactar con algunas personas que sí que formaron parte de ella y que en una ocasión se cruzaron con él.
“Fue una noche en las inmediaciones del cortijo Raposo, lo vieron andando por allí y le dispararon en las piernas cuando intentó huir, pero cuando verificaron que no era de la contraguerrilla ni de ningún otro grupo, lo curaron”, relata su nieto.
Poco antes de su fuga, entre el 29 de noviembre de 1939 y el 29 de marzo de 1940, estuvo en la cárcel después de que el hermano de un carpintero de Benalúa (antiguamente Benalúa de Guadix que fue asesinado durante la guerra denunciara al Ayuntamiento, del que Manuel Ruz, afiliado a la UGT, era concejal por aquel entonces, con el argumento de que “no le dieron la protección necesaria”, lo que llevó a prisión a cuatro miembros de la corporación municipal.
Su localización en el cementerio de Santa Cruz del Comercio no fue dificultosa, según el arqueólogo encargado del proceso, que explica que los restos se hallaban en una cavidad de 1,5 metros de largo por uno de ancho.
Para Amador, hijo de Manuel Ruz y el último que le vio con vida, recuperar el cuerpo de su padre le reconforta especialmente por una de sus hermanas, que albergaba la esperanza de localizarlo, ha relatado a Efe.
Fue él, con la ayuda de su sobrino Manuel, quien impulsó la búsqueda de su padre, cuyos restos descansan ya junto a los de su mujer en el cementerio de Benalúa.