García Montero: “Hoy impera la ley del más fuerte, del sálvese quien pueda”

Luis García Montero cree que la literatura debe “comprometerse con la realidad” y convertirse “en una forma de resistencia”, una actitud necesaria en época de crisis como la actual en la que no importan “la solidaridad o los valores”, sino que impera “la ley del más fuerte, del sálvese quien pueda”.

“La política vive una crisis muy grave. Los políticos son incapaces de ponerle freno a la especulación”, afirma García Montero (Granada, 1958) en una entrevista con Efe, en la que habla de su nuevo libro, “Una forma de resistencia”, recién publicado por Alfaguara.

Considerado uno de los mejores poetas españoles de su generación, García Montero es también un excelente prosista, y este libro es una buena prueba de ello. Encierra un conjunto de “meditaciones en prosa” sobre una serie de objetos que tiene en casa y en los que “se ha enredado” su vida.

“A veces, son objetos cotidianos como una butaca, un espejo, una mesa, y otras son recuerdos muy personales como una corbata que me regaló Rafael Alberti, una pluma que me regaló Francisco Ayala o una rama que vi un día flotando en el Danubio y que la saqué del río para llevármela a casa”, explica el autor.

Escrito con elegancia, ironía y humor, este libro podría definirse como “una biografía intelectual, en la que se mezclan recuerdos” de su vida “con preocupaciones cívicas”, señala García Montero, que sintió la necesidad de escribir sobre sus “cosas” hace años, cuando releyó “Las uvas de la ira”, de John Steinbeck.

De esa novela le pareció “desgarradora” la escena que resume el drama de los campesinos de Oklahoma, cuando tienen que emigrar porque “las máquinas han sustituido al ser humano”, y se ven obligados a abandonar sus casas, sus muebles, libros, fotografías…”

Ante esa imagen “conmovedora”, García Montero pensó en una de las metáforas que cada vez le “asaltan más para comprender la sociedad actual: la metáfora del vertedero”.

“Vivimos en una sociedad de usar y tirar, y no me refiero solo al consumo fácil. Es que se usan y tiran también a las personas; se usan y tiran los valores, las ideas”, añade el autor de “Habitaciones separadas” (Premio Loewe y Premio Nacional de Literatura) y “La intimidad de la serpiente” (Premio Nacional de la Crítica).

La novela de Steinbeck le hizo recordar ese concepto de “destrucción creativa, que utilizan mucho los economistas para justificar que a la hora de crecer conviene romper cosas”. Y de ahí pasó a acordarse de la Costa del Sol en los años sesenta, cuando él era niño.

“Era una maravilla”, dice melancólico el escritor. “Seguro que tanto edificio ha generado mucha riqueza, pero me pregunto: ¿la única manera de generar riqueza es destruir?”

Su respuesta ante ese panorama ha sido fijarse “en las cosas” que tiene en casa y ver cómo su biografía “se ha enredado con ellas”.

Así, se detiene en esa butaca que tanto ama -“los ciudadanos que tienen una butaca particular no tienen por qué aferrarse a los sillones públicos”, afirma-; en el paquete de tabaco que usaba su padre o en el primer disco que se compró a los nueve años, de Serrat cantando a Antonio Machado. A “don Antonio”, como le gusta decir al escritor granadino.

Cuidar las cosas es “una metáfora de tratar con cuidado a las personas”, algo cada vez más necesario en una sociedad donde “se desmantelan servicios públicos como la sanidad y la educación” y en la que, “frente a la idea de los cuidados, se está imponiendo la ley del más fuerte, del sálvese quien pueda”.

“Estamos aboliendo el futuro”, asegura García Montero, quien no cree “en la cultura de la instantaneidad. Esa cultura del twitter donde se cuenta todo en poquísimas palabras, en el fondo es una metáfora de los que quieren cancelar la reflexión y cancelar el futuro, porque es cancelar el relato, la lentitud de la meditación”.

Y cuidar las cosas “ayuda a pensar en el concepto del tiempo”, algo que preocupa siempre a los escritores, como le preocupa a García Montero que, ante la decisión de Grecia de repetir las elecciones el 17 de junio, los analistas económicos digan que “es muy tarde”.

“Y yo digo: una cultura milenaria, el territorio que a mí me habla de Sócrates, Platón y Aristóteles, ¿de verdad que no tiene un mes de tiempo para pensar en su futuro?”

“Necesitamos el tiempo del ser humano, no el de los mercados”. “De esta crisis solo saldremos cuando los políticos recuperen su orgullo y dejen de trabajar para los mercados”, sostiene el escritor.

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