La Diputación rescata la poesía completa de Esperanza Clavera Pizarro

Esperanza Clavera Pizarro (Granada, 1939) es una actriz y poeta granadina afincada en Estados Unidos desde los años 80, autora de varios libros de poemas como Tiempo de amor (2001), Son de sombra (2004), Betrayal Moon (2006), Iluminada estancia (2008) y Naufragio de la huella (2011).

El volumen Poesía completa, cuya edición ha estado al cuidado de José Ignacio Fernández Dougnac, con prólogo de Wenceslao-Carlos Lozano, reúne la casi totalidad de su obra poética hasta la fecha. El nuevo libro hace el número 59 de la colección Genil de Literatura de la Diputación Provincial de Granada y sirve para rescatar una obra literaria de primera magnitud cuya difusión solo estaba al alcance hasta ahora de un público muy restringido, a través de ediciones de autor.

Clavera Pizarro se estrenó como actriz a los dieciséis años y escribió sus primeros poemas poco después en verso libre. Tras un silencio de casi un cuarto de siglo, reaparece a finales de los ochenta, como una poeta asombrosamente apta para el soneto. Desde entonces ha publicado siete libros de poemas: Tiempo de amor (2001) y Tiempo de amor II (2002), Señor de Sagremor (2004), Son de sombra (2004), Betrayal Moon (2006), Iluminada estancia (2008) y Naufragio de la huella (2011), casi todos ellos primorosamente editados en Granada por talleres Bodonia, al cuidado del inolvidable artista y diseñador Claudio Sánchez Muros, y bajo la supervisión de poetas como Rafael Juárez, José Gutiérrez y José Ortega Torres. La presentación del libro en el Palacio de los Condes de Gabia ha reunido a la autora con numerosos amigos y compañeros de generación, además de con los académicos de Buenas Letras de Granada Antonio Carvajal Milena, director de la colección Genil, José Ignacio Fernández Dougnac y Wenceslao-Carlos Lozano, autor del prólogo.

El diputado delegado de Cultura, José Antonio González Alcalá, ha destacado durante el acto que “Esperanza Clavera expone a través del soneto, que maneja magistralmente, emociones y sentimientos, naturaleza y espiritualidad”. El libro viene avalado por el director de la colección Genil, el poeta Antonio Carvajal, que, a juicio del diputado, “está haciendo una extraordinaria labor desde hace más de veinte años para difundir la cultura literaria con la obra de autores noveles y veteranos. Muchos de los primeros han encontrado en ella el impulso que necesitaban en el mundo editorial y devolver a los segundos a las librerías era un reconocimiento tan merecido como deseado por sus lectores, como es el caso de Esperanza Clavera“, ha manifestado el diputado provincial.

La propia autora, que ha viajado expresamente desde Estados Unidos hasta su ciudad natal, ha manifestado que “siempre ha preferido las formas clásicas al verso libre, sobre todo el soneto, donde se encuentra como en casa y también ha elegido en su poesía los temas de siempre, como la vida, la muerte y el amor, el dolor y la soledad, la alegría y la exaltación amorosa”. Sobre la influencia de la poesía de su tío Miguel Pizarro, profesor universitario y diplomático, Esperanza Clavera asegura que comparte con él “el mismo espiritualismo y la misma cercanía al tema de la fe, aunque él tuvo mayor delicadeza que yo”.

La musa granadina de los cincuenta

Esperanza Clavera fue la musa de toda una generación en la Granada en los años cincuenta y ha tenido después una vida realmente novelesca. De personalidad polifacética, destacó en su juventud como actriz de teatro universitario, bajo la dirección de Víctor Catena, y aún hoy es considerada una mujer “audaz y moderna para su tiempo”, que estudió historia en la Facultad de Filosofía y Letras con maestros de lujo, como Emilio Orozco, Gallego Morell o Marín Ocete. Su vinculación con la universidad granadina era antigua porque su padre, el profesor José María Clavera Armenteros, fue decano de Farmacia y vicerrector de la Universidad de Granada. También fue sobrina de Miguel Pizarro, el poeta republicano que Lorca bautizó como “flecha sin blanco”.

Después de un primer fracaso amoroso con el joven Joaquín Navarro Valls, que años después acabaría siendo portavoz del Vaticano, y tras unos años en que es imprescindible en los saraos culturales granadinos, acaba formando familia con Sydney William Malkin, un judío norteamericano de origen ruso, divorciado y veinte años mayor que ella. Sydney era veterano de la Segunda Guerra Mundial, había dejado su California natal para instalarse en Madrid en los estudios cinematográficos de Samuel Bronston. Entonces, Esperanza trabaja como guionista, ayudante de dirección, fotógrafa, traductora y actriz y funda una agencia de modelos, entre otras cosas. Tras el fallecimiento de Sydney conoce a Robert Terry Stuart, un millonario tejano y se traslada a Oklahoma y Florida y empieza a codearse con nobles, casas reales y actores de Hollywood. Desde que enviudó en 2001, la escritora vive la mayor parte del año entre Miami y Nueva York, pero mantiene sus visitas regulares a España, y en concreto su Granada natal, donde permanece fiel a su cita anual con el Festival de Música y Danza.

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