Joaquín Sorolla vuelve a la Alhambra con la gran exposición del año en Granada

El encuentro de Joaquín Sorolla con Andalucía y la influencia que ejercieron en él los patios y jardines árabes de algunos de sus rincones, en especial de la Alhambra, centran una exposición del pintor presentada hoy en Granada que reúne casi medio centenar de obras de su faceta más modernista.

Bajo el nombre “Sorolla. Jardines de luz”, la exposición está compuesta por 45 cuadros procedentes en su mayoría del Museo Sorolla (23) y de instituciones y colecciones privadas de todo el mundo (22), algunas de las cuales se exponen al público por primera vez.

La peculiaridad de la muestra, que incluye también documentos, cartas, fotografías y el libro de firmas de la Alhambra, donde el pintor valenciano dejó constancia de su paso por el monumento, es que, en opinión de uno de sus comisarios, Tomás Llorens, descubre a un Sorolla “diferente”.

Frente a la imagen “esquemática, simplificada y reductiva” que trasciende habitualmente de la obra de Sorolla, caracterizada por “la sensualidad y el naturalismo”, los cuadros que componen esta exposición reflejan la influencia que empezaba a tener en él el modernismo en un momento de transición del siglo XIX al XX en el que empezaba a nacer este movimiento, ha explicado Llorens.

Sorolla (1863-1923) visitó en varias ocasiones esta región, pero si en su primer viaje se topó con una Andalucía “decimonónica” que no le agradó, en posteriores estancias descubrió ya una Andalucía alejada del “folclorismo” y basada en “una larga experiencia cultural de siglos”.

El pintor valenciano se convirtió en uno de los impulsores de la nueva visión de Andalucía, según Llorens, para quien esta exposición pretende acercar al público a la “profunda transformación interior” que experimentó el artista cuando conectó con la sensibilidad moderna de principios del siglo XX.

Comisariada por un comité de expertos compuesto entre otros por la biznieta del pintor, Blanca Pons-Sorolla, además de por Llorens, la muestra reconstruye el descubrimiento que experimentó el artista con los patios y jardines árabes del Alcázar de Sevilla y, sobre todo, de la Alhambra en contraste con el impacto visual de las montañas blancas de Sierra Nevada, ha recordado la directora del Museo Sorolla de Madrid, Consuelo Luca de Tena.

Tras sus visitas a la Alhambra, en 1909, 1910 y 1917, Sorolla pintó repetidamente los distintos espacios y jardines del monumento nazarí y el Generalife, como la Torre de los Siete Picos, el Patio de Arrayanes, el Mirador de Lindaraja o el Jardín de Daraxa.

Fue precisamente su fascinación por los jardines islámicos lo que le llevó a remodelar la poética y el estilo de su obra en sus últimos años, y a recrearlos en el jardín de su casa madrileña.

“Sorolla. Jardines de luz” se divide en cinco secciones: La Tierra, El Agua, El Patio, El Jardín y El Jardín de la Casa Sorolla, y se centra en un momento crucial de la vida creativa del pintor, en los años de plena madurez,

En los cuadros que la componen, las arquitecturas vegetales, los mármoles, las cerámicas, la luz y los colores cobran vida como si el artista se hubiera detenido sobre los reflejos del agua, las geometrías arquitectónicas y el mosaico cromático de los jardines.

Organizada por el Patronato de la Alhambra y Generalife, el Museo Sorolla y Ferrara Arte, la muestra podrá ser visitada en el Museo de Bellas Artes de Granada, ubicado en el Palacio de Carlos V, hasta el 14 de octubre, tras lo cual se exhibirá en el Museo Sorolla de Madrid, donde permanecerá abierta al público hasta el 29 de octubre.

Previamente ha sido expuesta en el Palacio del Diamante de Ferrara (Italia).

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