Una empresa ha desarrollado un producto que con el uso de bacterias elimina en pocos meses los contaminantes producidos en el suelo tras la combustión que provoca un incendio forestal.
Según ha informado hoy la Fundación Descubre en un comunicado, la principal novedad estriba en que la solución se basa en bacterias que degradan los compuestos tóxicos y permiten el crecimiento de nueva vegetación en pocos meses.
El producto es uno de los resultados del proyecto europeo “Bacsin” que la empresa Bio-Ilíberes vinculada al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha desarrollado en colaboración con 16 equipos de investigación de 9 países distintos.
El equipo seleccionó especies de bacterias capaces de degradar los compuestos resultantes tras la combustión que provoca un incendio y, entre éstas, las que estimulan la regeneración de la vegetación por rebrote de semillas o árboles.
Una vez seleccionadas las bacterias, aplicaron herramientas de bioinformática y metagenómica para estudiar el comportamiento de las poblaciones bacterianas en el propio campo, sin aislarlas en el laboratorio.
Según la responsable del proyecto, Matilde Fernández, el valor del mismo es que han trasladado los conocimientos de microbiología clásica a herramientas novedosas para analizar la degradación de contaminantes “in situ”.
De esta manera, han aplicado los datos conseguidos en laboratorios mediante bioinformática en pruebas concretas de campo para ver cómo se comportan en realidad.
Los expertos han aplicado en concreto una mezcla semillas y las bacterias seleccionadas antes en el laboratorio en una parcela experimental de los montes de Málaga.
Este proceso de aplicación, diseñado por la empresa y denominado “rizorremediación”, ha eliminado los contaminantes del suelo en pocos meses.
Además, el monte recupera la vegetación de forma más rápida, lo que reduce el impacto visual y evita la erosión provocada por el agua.
Hasta el momento, para la recuperación de suelos arrasados por un incendio se utilizan procesos químicos o físicos “in situ” costosos que provocan impacto ambiental.
Sin embargo, el producto creado utiliza un consorcio bacteriano de hasta ocho bacterias que se “comen” los contaminantes porque los utilizan como fuente de energía para su supervivencia, lo que lo convierte además en un proceso sostenible.