La Sociedad Española de Parasitología (Socepa) trabaja desde hace varios años en el control de enfermedades transmitidas por insectos tales como la leishmaniosis, la malaria o la dirofilariosis, que pueden afectar tanto a humanos como a animales. La llegada de las altas temperaturas y el llamado cambio climático están favoreciendo la expansión de estos y otros tipos de enfermedades, que, entre otros problemas, provocan úlceras en la piel, hemorragias nasales, fiebre, ganglios, diarreas y lesiones en algunos de los principales órganos del cuerpo humano o animal.
En nuestro entorno la leishmaniosis está producida por Leishmania infantum, un protozoo (organismo microscópico) que inicialmente parasita la dermis, vísceras y membranas mucosas, y otras células de animales silvestres y fundamentalmente del perro, donde puede adquirir el carácter de enfermedad crónica en muchos de los casos. No obstante, también puede infectar al ser humano, al que puede provocar leishmaniosis cutánea, la forma más leve, o leishmaniosis visceral, la forma más severa, caracterizada por fiebre, malestar, pérdida de peso, anorexia, molestias en el costado izquierdo, esplenomegalia (problemas en el bazo), hepatomegalia (problemas en el hígado), etc.
Como en muchas otras enfermedades, en especial las transmitidas por artrópodos, el cambio global, y no sólo el cambio climático, podrían estar favoreciendo la expansión de la leishmaniosis y la aparición de brotes epidémicos. Este grupo ha demostrado recientemente que en la región de Madrid se está produciendo en la actualidad un incremento significativo de la prevalencia de la leishmaniosis canina, además de un incremento, también significativo, de las poblaciones de los potenciales vectores de esta enfermedad. Todo apunta a que estos hallazgos podrían ser debidos, en mayor o menor medida, al cambio global. Así por ejemplo, en España estamos asistiendo ahora mismo a la aparición de un brote epidémico inusual de esta enfermedad en el sudoeste de la Comunidad de Madrid.
En cuanto a Andalucía, el grupo de Leishmaniosis y otras zoonosis parasitarias, liderado por el profesor de la Universidad de Granada Francisco Morillas Márquez lleva 25 años trabajando en los diferentes aspectos epidemiológicos de diversas enfermedades parasitarias, principalmente leishmaniosis.
Este grupo ha logrado aislar en el Sur de España más 160 cepas de la especie Leishmania infantum, que normalmente se hospeda en el perro. Los científicos andaluces han realizado numerosas encuestas serológicas en los diferentes focos de la enfermedad en Andalucía, tales con La Alpujarra granadina, Axarquía malagueña, sierra de Aracena (Huelva), provincias de Almería y Cádiz. En las que se ha podido constatar las notables diferencia en la prevalencia que hay entre las distintas zonas: 34’6% en la Axarquía, 25 % en la zona norte de Almería (Turre) o 6’7 % en la Sierra de Aracena, comprobándose la influencia de los factores bioclimáticos en estas prevalencias.
Sin embargo, los investigadores vieron que el número de casos clínicos humanos de las enfermedad no encajaba con el de perros por lo que se ampliaron los estudios para determinar el contacto Leishmania Infantum –humano. De este modo los estudios llevados a cabo en algunos de los focos mostraron que hay un alto grado de contacto (32’8 % en la población escolar de la Alpujarra o 42’4 % en la de la Axarquía), y que por tanto el hombre se infecta en una importante proporción, pero normalmente no desarrolla ningún síntoma clínico.
Los científicos trabajaron con Hospital Virgen de Valme de Sevilla o con el Clínico de S. Cecilio de Granada lo que les permitió comprobar que cuando un seguimiento activo de la enfermedad, el número de casos cutáneos es muy superior al declarado oficialmente, un ejemplo claro fue el hallado en el Servicio de Enfermedades Infecciosas y Bacteriología del Hospital Virgen de la Nieves de Granada donde se comprobó la existencia de varios casos de leishmaniosis mucosa causado por Leishmania infantum, que en un principio habían sido diagnosticados como cáncer.
Otro de los estudios de este grupo de investigación ha sido el vector. Los únicos transmisores naturales demostrados de Leishmania son los flebotomos, unos pequeños (3-4 mm) insectos con escasa capacidad de vuelo (normalmente no más de 200-300 m), con hábitos nocturnos o crepusculares, y que desarrollan su ciclo de vida pre-adulto sobre materia orgánica en descomposición (estiércol, hojarasca, etc.).
En el sur de España, P. perniciosus es la más importante desde el punto de vista vectorial ya que está más ampliamente repartida, su densidad es mayor, y el tanto por ciento de infección por el parásito Leishmania infantum es bastante elevado (3-4 % de los ejemplares diseccionados). Su periodo de actividad va desde Abril a Noviembre aunque el máximo de las poblaciones se dan Junio-Julio y Septiembre-primeras semanas de Octubre. Un reciente estudio sobre esta especie y su comparación con los datos de hace 25 años ha puesto de manifiesto que las densidad de las poblaciones no ha variado significativamente, pero, sin embargo, sí se ha incrementado el periodo de actividad anual.
En este sentido, los estudios llevados a cabo conjuntamente con el laboratorio de Bacteriología del Hospital Virgen de las Nieves de Granada han puesto de manifiesto que esta especie transmite en nuestra zona el Virus Toscana, agente causal de las llamadas “meningitis de verano”.