Melanie Rueda, que en 2007 resultó herida de gravedad al ser golpeada con un martillo por su expareja, ha alegado contra la petición de indulto que ha presentado su agresor, quien fue condenado a 16 años y cuatro meses de cárcel por una tentativa de asesinato y por violencia física y psíquica habitual.
Así lo ha explicado a Efe Montserrat Linares, abogada de esta mujer de 31 años que ha decidido presentar alegaciones a la petición de indulto de su agresor, que actualmente cumple en una prisión de Zaragoza su condena, de la que ya ha cumplido cinco años.
Según la letrada que representó como acusación particular a Melanie, su agresor presentó antes del verano una petición de indulto que ha acompañado de un informe favorable del servicio penitenciario.
Los hechos por los que fue condenado tuvieron lugar el 1 de octubre de 2007 en la pedanía de Valderrubio (Granada), una vez rota la relación entre la víctima y su agresor y alrededor de las ocho de la mañana, cuando Melanie dejaba al hijo de ambos en la guardería.
Tras perseguirla con el coche, el condenado la embistió y en el transcurso de la discusión por el accidente, su expareja la atacó con un martillo, golpeándola en la parte posterior de la cabeza.
A este golpe siguió otro martillazo en el mismo sitio que la hizo caer al suelo y un tercero que le impactó en la mano, según la sentencia dictada en su día.
A las alegaciones de Melanie contra el indulto se han sumado los informes desfavorables de la Fiscalía y de la sala que dictó la sentencia, aunque esto no ha servido para tranquilizarla.
“Solo pensar que lo puedan soltar me da pánico, siento miedo porque sé que va a venir a por mí. Si queda libre, ¿quién lo vigila?”, ha explicado a Efe la joven, que reside en el mismo municipio que sus exsuegros.
La condena a su expareja incluye además una orden de alejamiento de cien metros y la prohibición de comunicarse con ella hasta el año 2049, lo que tampoco alivia a esta víctima de la violencia machista.
“Dijo que estaba cumpliendo condena sin haber alcanzado su objetivo y que terminaría su trabajo. Se puede ir a vivir a Australia pero si le conceden el indulto, ¿quién evita que venga otra vez a por mí?”, se pregunta.
Aunque la mujer confía en que la justicia evite que salga de prisión con menos de un tercio de la pena cumplida, dice que el miedo lo tendrá en el cuerpo hasta que se lo denieguen oficialmente.
“Ha actuado siempre por prontos, igual por hacerme más daño va a por mis hijos, con los que no tiene orden de alejamiento, les hace cualquier cosa y me mata en vida”, ha lamentado la joven.
Mientras espera la respuesta a la petición de indulto de su agresor, la mujer trabaja para que le retiren los derechos paternales del hijo que tienen en común a fin de evitar que pueda pedir un régimen de visitas o cualquier otra facultad que le corresponda como padre del menor.
El condenado contó con la atenuante de confesión en la sentencia, ya que después de abandonar en el suelo a su expareja con las heridas de los tres martillazos, confesó en un bar que la había matado y que iba al cuartel a contarlo.