El escritor Antonio Soler se encontró en su camino, casi de casualidad, con un sorprendente hallazgo: la “romántica” relación de amistad que hubo en el siglo XV entre Boabdil, el último rey de Granada, y el Gran Capitán, novelada por el malagueño en “Boabdil. Un hombre contra el destino”.
“Es una relación de respeto y admiración mutua, de una amistad que no puede llegar a cuajar porque cada uno está en un bando completamente enfrentado”, asegura Soler en una entrevista con Efe, en la que subraya que en ese descubrimiento vio “mucho de actualidad”.
“Boabdil. Un hombre contra el destino” (Espasa) surge en un momento en el que el también malagueño Antonio Banderas, con el que Soler ya había trabajado en el guion cinematográfico de su obra “El camino de los ingleses”, planea llevar a la gran pantalla la historia de uno de los miembros más conocidos de la dinastía nazarí.
Boabdil y el Gran Capitán son, según Soler, “dos personas moderadas”, que conocen el mundo del adversario y, a partir de ese conocimiento, “empiezan a ser menos adversarios”, aunque el hecho de estar ambos “en manos de fundamentalistas” les lleva a enfrentarse en el curso de la historia.
En la novela, Soler recuerda que Gonzalo Fernández de Córdoba, el noble, político y militar conocido por su papel en la guerra como el Gran Capitán, llegó a estar encerrado dos años, por parte de su propia familia, en un castillo en el que luego estaría cautivo también Boabdil.
Cuando Boabdil cae preso en manos de los Reyes Católicos, su interlocutor es el Gran Capitán, momento en el que, según el escritor, se produce un reconocimiento “de uno en el otro”, hasta el punto de que, al ser puesto en libertad, Boabdil pone como “única condición” que su hijo mayor, que se queda como “rehén”, permanezca en la casa del Gran Capitán y bajo su tutoría.
A partir de ahí, ambos combatirán juntos contra el padre de Boabdil y, posteriormente, uno frente al otro, obligados por las circunstancias “hostiles” que les rodeaban.
El hecho de tratarse de un personaje “ambiguo” y de una enorme “complejidad psicológica” ha propiciado, según Soler, que la historia no haya tratado “con justicia” al personaje de Boabdil, del que, en su opinión, se ha trasladado “una caricatura”.
Para el escritor, el último rey de Granada es un personaje “sin ningún tipo de ambición”, rasgo que le distingue del Gran Capitán, y su papel de rey supone para él “una auténtica maldición” que, finalmente, no tiene más remedio que aceptar como parte de su destino.
“El hecho de ser él quien apaga la luz y entrega el reino nazarí le ha llevado a ser injustamente tratado”, según el autor malagueño, quien considera que aunque la parte de su vida que mejor se conoce es la relación con su madre, se ha trasladado una imagen deformada de la misma desde el momento en que la célebre frase en la que esta le dice “llora como mujer lo que no supiste defender como hombre” es una invención histórica.
En su papel de “liquidador de un reino”, Boabdil se gana el menosprecio de los cristianos, que le veían como un rey débil, y de los musulmanes, que lo consideraban un traidor al islám.
Mientras Soler escribía el libro tenía lugar la llamada “Primavera árabe”, las revoluciones y protestas iniciadas en 2010 en el mundo árabe, algo que le llevó a pensar “cómo la historia se va repitiendo una y otra vez”.
Para Antonio Soler, si Boabdil viese que aún hoy, quinientos años después, perviven los fundamentalismos e integrismos de todo tipo en distintas partes del planeta no se sorprendería y pensaría que estaba viviendo “el día de la Marmota”.
Boabdil fue un personaje al que, ya desde la cuna, los astros le consideraron “un ser maldito”, y el drama, apunta el escritor, es que “parece que toda su vida va a ir cumpliendo ese funesto destino”.
La novela refleja la difícil convivencia de tres mundos: el árabe, el cristiano y el judío, en la que los judíos eran marcados con un trozo de tela amarilla y obligados a convivir en guetos, una sociedad en la que el autor no ha encontrado “ese mundo ideal” que se ha querido trasladar con el curso de la historia.
Mientras que la novela ya está en la calle, el proyecto cinematográfico que la originó “aparece y desaparece como el Guadiana”, según Soler, quien recuerda que este surgió al inicio de la crisis y es una iniciativa “cara y muy ambiciosa”, aunque no descarta que de pronto vuelva a resurgir y la historia de Boabdil se pueda ver en la gran pantalla.