El policía jubilado acusado de asesinar a su exmujer, para el que la Fiscalía de Granada pide 20 años de prisión, se ha declarado hoy responsable de los hechos y ha reiterado que se arrepiente de lo ocurrido, momento en el que ha pedido perdón a sus dos hijos, fruto del matrimonio con su víctima.
Los hechos, que se enjuician desde esta mañana con jurado popular, tuvieron lugar el 21 de marzo del 2011, cuando el procesado, que estaba separado judicialmente de su expareja desde el año 2000, le asestó al menos 24 golpes hasta acabar con su vida.
Aunque la pareja se había separado, el acusado había regresado en el 2006 al domicilio conyugal, donde convivía con su exmujer, de 69 años, desde entonces.
Las acusaciones pública y popular solicitan 20 años de cárcel para el policía nacional jubilado por un delito de asesinato con alevosía y el agravante de parentesco.
El acusado ha reconocido los hechos y ha pedido perdón tanto a sus hijos, fruto del matrimonio, como a la familia de la víctima.
Sin embargo, ha recalcado que recuerda haberle dado “dos o tres golpes” con un hacha, el primer arma que encontró en la cocina, pero no que fueran más de veinte, como se desprende del informe forense.
Cuando el acusado vio que su exmujer no moría, y después de que ella le preguntara el motivo de la agresión, el policía volvió a la cocina y cogió un cuchillo, con el que degolló a su víctima.
El acusado ha recalcado que durante las más de dos décadas que duró su matrimonio se sintió “humillado” por la víctima y ha apuntado que no “pintaba nada” en su casa.
Además, ha culpado a su suegra, que falleció en el año 2006, de haber sido la culpable de todas las discusiones que acabaron con su matrimonio y ha recalcado, a preguntas de su defensa, que tras acabar con la vida de su expareja se sintió “aliviado”.
Tras cometer el crimen, el hombre se cambió de ropa y se marchó a un bar en el que sabía que normalmente desayunaban miembros de las fuerzas de seguridad y donde se encontró con agentes de la Policía Local a los que confesó lo ocurrido.
El procesado ha recalcado que cuando se dio cuenta de que su expareja había muerto, rompió a llorar y se marchó a entregarse, momento en el que contó lo ocurrido a los policías y les entregó las llaves de la vivienda conyugal para que acudieran a comprobar lo sucedido.
Los dos hijos de la pareja han recalcado por su parte que fue el acusado el que solicitó inicialmente el divorcio, momento en el que tenía problemas con el alcohol, y que más tarde quiso echarse atrás.
Han destacado además que no existían grandes problemas de convivencia y que nunca pensaron en el fatal desenlace.
Según el relato de la Fiscalía, tras una discusión la noche anterior a los hechos, el acusado planificó matar a su expareja, hecho que consumó pasadas las ocho de la mañana del día del asesinato.
Así, el 21 de marzo del 2011 se levantó sobre las 8.00 horas y, tras asearse, desayunar y sacar al perro, se dirigió al dormitorio de la víctima, que estaba durmiendo, y, “con ánimo de acabar con su vida”, la golpeó varias veces en la cabeza con un hacha de cocina.
La Fiscalía ha solicitado una indemnización para los hijos de la víctima de 300.000 euros, y ha considerado la atenuante de confesión para el acusado, mientras que la defensa ha calificado los hechos como un delito de homicidio, y no de asesinato, para minimizar la pena de prisión.
El juicio, que se celebra en la Audiencia de Granada, continuará el próximo lunes con la declaración de nuevos peritos.