El médico forense Julio Lorenzo, encargado de elaborar el informe pericial sobre la muerte del cantaor Enrique Morente, ha determinado que el diagnóstico, tratamiento y atención médica recibida en la Clínica La Luz de Madrid fue “adecuada” hasta el momento del fallecimiento.
Así lo asegura en las conclusiones del informe elaborado por este experto a instancias del Juzgado de Instrucción número 52 de Madrid que lleva que lleva el caso, al que ha tenido acceso Europa Press, en el que detalla que toda la actuación médica recibida “se ajustó a la ‘lex artis’ por parte de todo el personal facultativo que intervino”.
En el informe se ha analizado la historia clínica del paciente y todas las actuaciones que se llevaron a cabo desde que Morente ingresó en la clínica el 2 de diciembre de 2010 hasta su fallecimiento 11 días más tarde.
De este modo, el médico-forense entiende que el diagnóstico inicial del carcinoma de esófago que padecía el cantaor y el tratamiento suministrado en ese primer momento fue el “adecuado”, detallando además el resultado “totalmente satisfactorio” de la primera intervención quirúrgica realizada, “tanto desde el punto de vista anestésico como quirúrgico”.
No obstante, 30 horas después de la intervención se produjo un “brusco empeoramiento” mientras Morente estaba en la UCI del centro, causado por una hemorragia intrabdominal que “no fue posible detectar por signos externos, directos ni indirectos antes de que se produjese”, según el informe.
Ante este “imprevisible” suceso, el médico-forense defiende la actuación médica desempeñada por el intensivista que estaba de guardia en ese momento, “adecuada en todos los sentidos tanto desde el punto de vista estrictamente clínico como en la decisión de llamar al cirujano en el mismo momento en que sospechó la posibilidad de un sangrado interno”.
En este punto, el informe constata que los tiempos de actuación fueron “adecuados” y “fue materialmente imposible que la intervención quirúrgica de urgencia se hubiera realizado antes”, ya que el cirujano de guardia del centro no está físicamente presente en el centro los sábados por la noche.
Además, y aunque sí estaba localizado, el médico-forense entiende que el cirujano “preferible” para realizar la revisión era el que previamente había realizado la intervención, el doctor Moreno, a quien se llamó telefónicamente y finalmente acudió al centro.
“Aunque habría sido preferible, no es posible afirmar cuál hubiera sido el resultado de una intervención un poco más precoz y, repito, fue prácticamente imposible actuar con mayor celeridad con la que se actuó”, reza el informe.
El documento elaborado por el médico-forense también hace referencia a la segunda intervención quirúrgica realizada a Morente, y explica que se realizó “a plena satisfacción puesto que se localizó el punto sangrante y se consiguió detener el origen de la hemorragia”, lo que no evitó la posterior muerte como consecuencia de una fibrilación ventricular y la consiguiente falta de oxigenación del cerebro, cuyas causas “no es posible conocer con exactitud”.
FALTA DE RIGOR DOCUMENTAL, PERO SIN MANIPULACIÓN
En el informe, el médico-forense ha reflejado “cierta falta de rigor documental”, aunque admite que esto no tiene “repercusión alguna, ni siquiera mínima” en el conocimiento de la evolución del paciente para los facultativos y, por tanto, tampoco “en el buen tratamiento suministrado al enfermo”.
Asimismo, también descara que haya habido manipulación de ningún elemento que impida llegar al conocimiento de lo realmente sucedido”.
Por otro lado, también defiende que los documentos de consentimiento informado de anestesia y cirugía son “adecuados” y la información contenida en ellos es “suficiente para la comprensión del tratamiento a suministrar, dando la opción libremente al paciente respecto al tratamiento propuesto”.
De hecho, ambos “contemplan como posibles complicaciones las que surgieron”, hemorragia en el de la cirugía y fibrilación ventricular en el de anestesia, bajo el término de “alteraciones cardiorrespiratorias de diversa índole”.
“MALENTENDIDO” DE LA FAMILIA
Por último, el médico-forense interpreta que se ha producido un “malentendido” en la familia, provocado por “descoordinación” de los profesionales a la hora de informar, que a su juicio ha sido el “origen de la denuncia que originó el procedimiento”.
“Con las debidas reservas, pues pertenece al campo hipotético y no contrastado, tengo la impresión que se ha podido producir una descoordinación entre quienes facilitaban la información a familiares durante las primeras fases del periodo postoperatorio de la segunda intervención”, apunta el informe.
No obstante, según añade, “sin que ello necesariamente haya significado falta alguna a la verdad sobre la realidad del paciente en ninguna de las partes que facilitaron la información”.