La Policía ha detenido hoy en Málaga al granadino Miguel Montes Neiro, considerado el preso común más antiguo de España y que fue indultado por el Gobierno a principios de 2012, por un robo cometido en noviembre en la urbanización de Puerto Banús (Málaga) de donde sustrajo joyas por valor de más de cuatro millones de euros.
Fuentes policiales han informado a Efe de que en la operación, que continúa abierta, ha sido detenido Montes Neiro aunque en el atraco en la urbanización marbellí participaron otras dos personas.
El 20 de enero de 2012 el Consejo de Ministros le indultó una última condena de 13 años por robo con violencia e intimidación y detención ilegal, un beneficio que le abría las puertas de la libertad después de que el anterior gobierno socialista le conmutara otras dos condenas de cuatro años y medio de prisión.
Un mes después de la decisión del Gobierno, el 15 de febrero de 2012, Montes Neiro, de 62 años, salía de la prisión de Albolote (Granada).
Desde 1976 el recluso había ido enlazando condenas y fugas de forma ininterrumpida. Llegó a protagonizar seis huidas entre 1978 y 1986 hasta que volvió a quedar en libertad condicional en 1994.
Regresó a la cárcel en 1997 tras cometer diversos delitos y volvió a evadirse en otras dos ocasiones, una en 2003, cuando estuvo tres años fugado, y la última en 2009 aprovechando un permiso extraordinario por la muerte de su madre, aunque fue detenido veinte días después.
Ahora, la Policía cree que fue uno de los tres hombres armados que el pasado 18 de noviembre robaron joyas valoradas en más de cuatro millones de euros en un establecimiento comercial de El Corte Inglés de Puerto Banús, en Marbella.
El robo se produjo sobre las 16.00 horas cuando los tres hombres entraron en el centro comercial cerrado al público, haciéndose pasar por operarios de mantenimiento y redujeron a los tres vigilantes de seguridad que custodiaban el lugar.
Los ladrones sustrajeron un botín en joyas y maniataron a otros tres operarios que se encontraban trabajando en el establecimiento, que junto a los tres vigilantes permanecieron atados durante más de dos horas hasta que uno de ellos se soltó y alertó a la Policía.
Tras el hurto, los ladrones se dieron a la fuga en el coche de uno de los vigilantes amordazados, que estaba aparcado en una puerta de servicio del edificio para bloquear la entrada.