Los trabajadores de Brassica están desesperados. Llevan seis meses sin cobrar, continúan en huelga, y no reciben soluciones ni desde la empresa ni desde la Consejería de Salud.
Dos de las cuatro cafeterías, la de Maternidad y la Escuela de Enfermería, permanecen cerradas y otras dos, la de Ruiz de Alda y Trauma, están abiertas en servicios mínimos impuestos por La Junta. La deuda con cada uno de los 34 trabajadores ronda ya los 6.000 euros.
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Pero no sólo son los trabajadores. La comunidad sanitaria en su totalidad, enfermeros, médicos, celadores, pacientes o familiares, también se siente perjudica. La cafetería es un elemento necesario para el buen funcionamiento de un hospital.
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