La Magna Mariana, saldrá a las calles el 18 de mayo. Así lo acordaban anoche las cofradías granadinas, adelantando en una semana la fecha inicialmente planteada desde el Ayuntamiento y que con posterioridad hizo coincidir con el inicio del Corpus sin contemplar las tradicionales celebraciones de la final de Champions. Mala era la primera coincidencia, pero probablemente peor pueda ser la segunda, ya que al coincidir con el Rocío, elimina la posibilidad de que miles de personas que visitarían Granada para asistir a la Magna, no lo vayan a poder hacer porque estarán en Almonte.
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La Magna ha puesto de manifiesto el pandemónium en el que vive instalado el Ayuntamiento de Granada. Si algo tan sencillo como estudiar una fecha para desarrollar una celebración que solo depende de nosotros, se ha convertido por obra y gracia de Torres Hurtado, en una zapatiesta digna de una película de Buñuel, es fácil imaginar por qué en esta ciudad todos los temas se eternizan, se polemizan, se enquistan y acaban por morir de inanición.
Una semana enterita, tuvo Torres Hurtado a su vera al Presidente de la Federación de Cofradías para comunicarle su decisión de adelantar la inauguración del Corpus, el hecho de que no lo hiciera, solo puede interpretarse como una cobardía política, impropia del máximo representante de una ciudad de la importancia de Granada.
El batiburrillo provocado por el Alcalde con la Magna, no es un hecho aislado, sino que pone de manifiesto una forma de gobernar basada en la improvisación, la chapuza, el embrollo y el “aquí estoy yo porque he venido”. No les extrañará que con modos similares, en Madrid y en Sevilla tomen a Torres Hurtado por el pito de un sereno y no le descuelgue el teléfono ni el gorrilla de la puerta del Ministerio.
Visto lo visto, miedo debe darnos imaginar al campechano de nuestro Alcalde negociando, el AVE, el Metro, el Centro Lorca, la Alhambra, el PTS o cualquier otra menudencia por el estilo. Si la palabra de Torres Hurtado, vale lo mismo en Sevilla y en Madrid que la empeñada ante las Cofradías de su ciudad, apañados vamos y apañada va Granada, cada día más convertida en ejército de Pancho Villa, por obra y gracia de quien debería hacernos sentir orgullosos y no avergonzados del espectáculo que, un día sí y otro también, nos hace protagonizar.
Una respuesta a ‘La magna zapatiesta’