Joe Strummer se enamoró de Granada en los ochenta. Su grupo, The Clash, ya había nombrado a la ciudad en la canción “Spanish bombs”, pero el carismático vocalista tuvo oportunidad de conocerla a fondo cuando vino en 1986 para producir “Más de cien lobos”, el segundo largo de la banda local 091. Este lunes, diez años después de su muerte, este hijo de diplomático de corazón punk, nacido por circunstancias en Ankara (Turquía) y londinense de adopción, ha regresado de manera simbólica a la ciudad que amó y que descubrió atraído por la figura de Lorca.
Y lo ha hecho en un sencillo y emotivo acto en el que Granada ha dado su nombre a una pequeña plaza ubicada en el corazón del Realejo, la antigua judería de la ciudad. El vídeo que se adjunta ha sido grabado por los compañeros del portal de información local de Granada http://granadaimedia.com/
En la plaza lo recordaron su viuda, Lucinda Garland, y las dos hijas que tuvo con su primera mujer, Gaby Salter, que se han desplazado a Granada desde Inglaterra para asistir al homenaje junto a una nieta de corta edad del cantante.
Rodeada de decenas de conocidos y admiradores de Strummer, su viuda se ha dirigido al público para agradecer el homenaje a Joe, que, cree, se habría apropiado “conscientemente o sin saberlo” de aquella frase del escritor británico Samuel Johnson que decía: “Cada día que no conozco a una nueva persona es un día perdido”.
En Granada, ha relatado su viuda, Joe hizo muchos amigos, algunos de los cuales han estado esta tarde en la placeta con su nombre.
Una de ellas fue Esperanza Romero, que de pequeña compartió casa durante tres años con el líder de The Clash porque entonces era novio de su hermana.
Hoy lo ha recordado como una persona “entrañable y con duende” que se interesaba por cualquier cosa que desprendiera “libertad y revolución”, y ha relatado algunos episodios compartidos, como cuando le llevaban a Inglaterra discos de Paco Ibáñez con poemas de Lorca o Machado.
Para Marcia, una amiga inglesa, Strummer “era un tipo genial y camaleónico” al que recuerda haber visto encabezando a “una tropa de aventureros” que se subió a una farola en San José (Almería) para colocarle un celofán rosa y hacerla así “más sexy”.
Siempre interesado por la poesía de Lorca y con un diccionario de español en la mochila lo ha recordado Marcia durante la inauguración de la plaza, que ha sido posible por el empeño de dos seguidores del músico y el respaldo unánime a la iniciativa del Ayuntamiento.
Pero esta tarde también lo han acompañado en la memoria amigos y músicos que tocaron con él, como Pablo Cook, percusionista en The Mescaleros, el último grupo de Strummer; Jem Finer, banjo en The Pogues; Richard Dudanski, batería de la banda británica The 101’ers (considerada la primera incursión en la música del líder de The Clash); y José Antonio García y Antonio Arias, componentes de 091.
Han sido ellos los que han sellado el acto con un concierto acústico en el que han sonado algunos de los éxitos de Strummer, como su aclamado “London Calling” o “Spanish bombs”, en la que ya dejaba entrever su admiración por el poeta granadino.
El concierto, que también ha incluido dos canciones de 091, ha concluido con el “Todo es de color” de Lole y Manuel, que José Antonio García ha querido dedicar a la familia de Strummer.
Durante el acto han sido constantes las referencias a la admiración de Strummer por Lorca, al que quiso desenterrar él mismo con un pico y una pala una tarde que fue a Víznar con su amigo Jesús Arias, periodista, músico como él y líder de los extintos TNT, después de que éste le comentara que en las cercanías, en un lugar aún por descubrir, podría estar enterrado el poeta.
Fue en 1984 cuando Strummer, considerado uno de los ideólogos musicales del punk de los setenta, llegó por primera vez a Granada, donde contactó inmediatamente con el efervescente circuito musical de la ciudad y donde conoció a los 091.
Volvió muchas veces más a esta ciudad, se convirtió en un habitual en los bares cercanos a la calle Pedro Antonio de Alarcón y no dejó de visitar otros puntos del sur de España como el Cabo de Gata (Almería), donde fijó su residencia temporal.
Allí, el verano de 2002 habló con Richard Dudanski sobre la posibilidad de tocar en Granada con The Mescaleros, su último grupo, pero meses después, el 22 de diciembre de ese año, a los 50 años de edad, un fallo cardíaco frustró su deseo.
(Crónica de Belén Ortiz, de la Agencia EFE)