Los presidentes de CajaGRANADA y del Festival de Música y Danza, Antonio Jara y Diego Martínez, han firmado esta semana la renovación del convenio de colaboración que históricamente viene vinculando a CajaGRANADA con el Festival de Música y Danza de Granada y que permitirá que, en 2013, nos visiten de nuevo los célebres Ballets de Montecarlo, que presentarán dos deliciosas coreografías de Maillot.
Durante la firma del convenio, el presidente de CajaGRANADA ha señalado que se siente muy orgulloso de renovar el compromiso con el buque insigne de la cultura en nuestro territorio. “Y cuando hablo de territorio, quiero resaltar que va más allá de la ciudad y la provincia de Granada. Fue precisamente el Festival de Música y Danza el que rompió dichos límites y abrió fronteras, convirtiéndose en un referente cultural de primer orden mundial”.
Antonio Jara insistió en que CajaGRANADA sigue apoyando a un Festival que es una de las expresiones culturales más potentes de nuestro territorio; un compromiso que continuará el futuro porque la demostrada calidad de esta cita anual con la música y la danza nos prestigia a todos.
Por su parte, el director del Festival de Música y Danza, Diego Martínez, señaló que en la Sede Central de CajaGRANADA se siente como en su casa ya que siempre ha sido una feliz relación la que ha vinculado a dos instituciones que seguirán yendo de la mano. “Además de cultura, el Festival es una herramienta de desarrollo económico y estos son tiempos de consolidar alianzas y de buscar alternativas de crecimiento que sean beneficiosas para todos”.
El espectáculo patrocinado por CajaGRANADA
Los Ballets de Monte-Carlo recuperan el espíritu de la compañía de danza más famosa de la Historia, los Ballets Rusos de Diaghilev, que estuvieron en Granada en 1918 y posaron en la Alhambra con los trajes de Sheherezade. La maravillosa partitura de Rimsky-Korsakov y su exuberante coreografía traen al Festival todo el exotismo de Las mil y una noches.
Les Ballets de Monte-Carlo nacen en 1911, cuando Sergei Diaghilev fija su residencia en el Principado de Mónaco y se rodea de los artistas más destacados del siglo XX (pintores, coreógrafos y bailarines) para revolucionar el mundo de la danza. Tras numerosos avatares, en 1985 Les Ballets de Monte-Carlo se convierte en la compañía oficial del principado, bajo la presidencia de la Princesa de Hanover, quien designa en 1992 al coróegrafo Jean-Christophe Maillot, director de la compañía.
Maillot nos presenta Vers un Pays Sage, una bella coreografía de 1995 que sorprende por su intensidad, ritmo y energía dancística de los bailarines. Se trata de un homenaje del coreógrafo francés a su padre, el pintor Jean Maillot, basada en la música envolvente de Fearful Symmetries (Temerosas simetrías), del compositor norteamericano John Adams. Una música de un impulso rítmico constante, quizá por ello, coreografiada en numerosas ocasiones, enfática y próxima al pop y al Rock minimalista. Es un claro ejemplo de lo que el propio autor denomina su “música móvil”, que da la impresión de movimiento continuo, como un paisaje en movimiento, aunque en este caso se trataría de un paisaje de ciudad, dado su inconfundible carácter urbano.
Completarán el programa con Schéhérazade, con música de Nikolai Rimsky-Korsakov, en homenaje a Michel Fokine, coreográfo legendario de los Ballets Rusos. La sensualidad del movimiento de los protagonistas de la obra provocó airadas críticas de los puritanos espectadores de su tiempo.
El coreógrafo y director de Les Ballets de Monte-Carlo, Jean-Christophe Maillot, ha realizado una importante labor por actualizar el lenguaje del ballet clásico y contemporanizarlo dentro de nuestro tiempo. Shéhérezade con música de Rimsky-Korsakov, constituye un deseo de juventud del director francés, una obra que consagró, y sin voluntad de hacerla contemporánea, consiguió dotarla del perfume de exotismo que tenían los Ballets Rusos. Es una fusión entre historia y actualidad que conserva trazos de la pieza original creada por Michel Fokine y que potencia el aspecto sensual e incluso erótico de la composición, hasta convertir en puro divertimento y placer el trabajo de los propios bailarines.