El Brujo no dejó indiferente a nadie en su actuación del sábado, en la clausura del VI Festival de Teatro Grecolatino de Almuñécar. Si los espectadores estaban preparados para disfrutar de una obra clásica y universal como “La Odisea” de Homero, sin más, se llevaron una grata sorpresa al encontrarse con una versión tan actual de esta obra, en la que el héroe por excelencia, Ulises, se comporta como los ciudadanos que cada día salen en los medios de comunicación.
Pasadas las diez y media, comenzaba Rafael Álvarez ‘El Brujo’ su espectáculo, al son de la percusión, con alusiones al “maravilloso clima de Almuñécar”, paseando entre el público, atento a su intervención. Era aperitivo de lo que deparaba la noche.
Tras narrar el canto primero,“¿qué fue de aquél hombre? Dime musas”, el contador de historias hablaba de la ausencia de Zeus. “En este papel sólo me imagino a Fernando Fernán Gómez”, explicó El Brujo, algo que consiguió captar aún más la atención del público, por la ocurrencia.
Preguntó a los espectadores si “asumimos los hombres la responsabilidad de nuestros actos”, algo que ya queda planteado en “La Odisea” y que se tiene más vigencia que nunca, pues se refirió a personajes de actualidad que aparecen en los medios de comunicación y que tienen que hacen que el ciudadano se enfrente a este dilema de nuevo.
Los políticos españoles, la Casa Real, el IVA, las reformas, Ángela Merkel… No salvó a nada ni a nadie de los comentarios, que provocaron en numerosas ocasiones las carcajadas de los espectadores.
Sólo ‘El Brujo’ es capaz de mezclar la Guerra de Troya con lo que ocurre cada día en España. Y es que los valores de los hombres son los mismos, les atormentan las mismas cosas, les mueven las mismas sensaciones, les provocan los mismos sentimientos. Y de eso dieron fe los 650 espectadores que se dieron cita el mágico recinto del Acueducto de La Carrera.
Al son de la percusión y del piano, gracias a los músicos Daniel Suárez y Javier Alejano, El Brujo se convierte en un auténtico contador de historias, de aquellos que se reunían en torno al fuego, de los que transmitían la tradición oral de padres a hijos. Con la misma magia, con los mismos instrumentos: la voz, el cuerpo y la imaginación. Una puesta en escena muy sencilla para no restar ni una pizca de protagonismo a cada una de las palabras.
Si en la primera parte, ‘El Brujo’ iba ataviado con una vestimenta blanca, la segunda se tiñó de negro, pues es donde entra la tragedia, la venganza, donde el hombre sacar lo peor de sí mismo.
“Se acabó el relato, se acabó la lección”, manifestó ‘El Brujo’ para concluir con una lección magistral sobre esta obra que tantos autores han reinterpretado y que con un monólogo hecho a su medida, este actor polifacético, consiguió transmitir la esencia del héroe Ulises y sus vivencias en la Antigüedad. Aplausos en pie fueron la respuesta y el agradecimiento del público.