El Hospital de Baza ha puesto en marcha el Programa de Rehabilitación Cardiaca y prevención secundaria, un programa que atiende a aquellos pacientes que han sufrido un infarto de miocardio para mejorar su salud y reducir los riesgos de nuevos problemas cardiovasculares, facilitando que pueda reanudar sus actividades cotidianas de la forma más eficiente.
Esta iniciativa, que se inscribe en el Plan Integral de Atención a las Cardiopatías de Andalucía, tiene como objetivo influir favorablemente sobre la enfermedad, “asegurando las mejores condiciones físicas, psíquicas y sociales para que los pacientes, por sus propios medios, puedan reanudar sus actividades habituales de manera óptima y lo antes posible”, ha señalado el delegado de Salud y Bienestar Social de la Junta en Granada, Higinio Almagro, quien ha visitado el centro bastetano.
El programa de rehabilitación cardiaca se lleva a cabo en la nueva Unidad de Rehabilitación Cardiaca. La misma, dispone de un tapiz rodante, un cicloergómetro, central de monitorización por telemetría, desfibrilador semiautomático y carro de parada cardiorrespiratoria.
Un equipamiento que ha requerido de una inversión que ha superado los 29.500 euros y que para el delegado de Salud y Bienestar Social de la Junta “pone de manifiesto, una vez más, la apuesta del Gobierno andaluz en consolidar y ampliar los servicios de este centro hospitalario para dar una mayor y mejor atención a los habitantes de esta zona del nordeste granadino”.
El paciente está monitorizado en todo momento para que el entrenamiento se realice con la máxima seguridad posible y bajo supervisión médica. Además existe un protocolo de actuación ante una parada cardiorrespiratoria consensuado con la unidad de urgencias del hospital y formación específica del personal.
El programa incide de forma especial en el ejercicio físico, pero también en otras medidas para controlar los denominados factores de riesgo cardiovascular, así como el estrés. Con el fin de procurar este abordaje multidisciplinar en su desarrollo participan profesionales sanitarios de varias especialidades: cardiólogos, rehabilitadotes, fisioterapeuta, enfermero, psicólogo y dietista, que actúan de forma integrada y consensuada para conseguir los objetivos propuestos.
Así, el programa se divide en tres fases: intrahospitalaria, durante el ingreso del paciente; ambulatoria, tras el alta hospitalaria, que tendrá una duración de dos meses y se realiza en sala de rehabilitación cardiaca del hospital y la tercera y última, de mantenimiento, que se inicia tras la segunda y debe continuar, a ser posibles, durante toda la vida.
Cada fase del programa se basa en entrenamiento físico, educación sanitaria y terapia de apoyo psicosocial. Con ello se pretende corregir los factores de riesgo cardiovascular, adquirir un hábito de ejercicio adecuado para el corazón y concienciar al paciente de la necesidad de mantener un estilo de vida cardiosaludable.
Aquellos pacientes que han sufrido un infarto agudo de miocardio pasan a la fase segunda tras su valoración en consultas de cardiología, siempre y cuando se encuentren estables y sean estratificados en bajo y medio riesgo. El programa de entrenamiento físico es diseñado de forma individual por el médico rehabilitador en función del riesgo y resultados de pruebas complementarias (ecocardiografía y ergometría).
En la tercera fase, el paciente debe continuar con su programa de ejercicios y control de los factores de riesgo bajo supervisión de su médico y enfermera de atención primaria. Éste lo incluirá en aquellos procesos asistenciales relacionados con su patología, intensificando el control de factores de riesgo como el tabaquismo o la diabetes, por ejemplo.
Las enfermedades cardiovasculares constituyen un gran problema epidemiológico siendo la principal causa de mortalidad en el mundo. En Andalucía, el 35 por ciento de los fallecimientos se deben a enfermedades cardiovasculares, de ahí la importancia de incrementar los esfuerzos en la prevención y en la rehabilitación.
Un correcto programa de rehabilitación cardiaca y prevención secundaria tras un infarto agudo de miocardio u otros episodios cardiovasculares es capaz de disminuir hasta en un 30 por ciento la mortalidad en el paciente como media, así como el número de complicaciones y de reingresos hospitalarios.