El EEUU más sureño en pleno centro de Granada

El sur de Estados Unidos en el objetivo fotográfico de William Christenberry, expuesto desde hoy en el José Guerrero

El diputado delegado de Cultura y Patrimonio, José Torrente, abre la muestra que es “el pistoletazo de salida” de “un gran año para este museo” con motivo del primer centenario del nacimiento del pintor granadino

torrente expo centro guerrero

No son fotografías, son historias es el título de la exposición que desde hoy y hasta el próximo 23 de marzo acoge el Centro José Guerrero de la Diputación con más de trescientas piezas del reputado fotógrafo William Christenberry (Tuscaloosa, Alabama, 1936). Es una exposición organizada con la Fundación Mapfre que se puede considerar autobiográfica pues recorre los espacios vitales del autor en el Sur de Estados Unidos. La muestra es además la primera del año 2014 en que la Diputación conmemora con un amplio programa de actividades el centenario del nacimiento en Granada del pintor José Guerrero.

Según ha explicado el diputado delegado de Cultura y Patrimonio, José Torrente, “el color es el motivo de la unión entre Christenberry y José Guerrero” en lo que es “el pistoletazo de salida” de “un gran año para este museo”. José Torrente se ha congratulado de la adhesión del Ayuntamiento de Granada y de su “implicación” en el proyecto del Centro José Guerrero y ha destacado su importancia desde una perspectiva cultural “pero sobre todo también desde un punto de vista social” en tanto en cuanto contribuye a enriquecer la oferta turística monumental de la capital.

En la misma línea, el director territorial de Mapfre en Granada-Almería, Pedro José Carreño, en representación del director general adjunto del Instituto de Cultura de la Fundación Mapfre, Daniel Restrepo, ha señalado en la rueda de prensa de hoy que la exposición de Christenberry contribuye a la “oferta cultural y, en general, al desarrollo y a la buena lid de la ciudad de Granada”.

En nombre del concejal de Cultura del Ayuntamiento de Granada, Juan García Montero, el coordinador general de Cultura, José Luis Carmona, ha agradecido a la Diputación que “haya querido que la ciudad formara parte de esta importantísima institución” que es el Centro Guerrero de la que ha destacado la “trayectoria que viene haciendo a lo largo de los años por el arte contemporáneo”.

Los encargados de dar los datos técnicos de la exposición han sido Carlos Gollonet, conservador jefe de Fotografía del Instituto de Cultura de la Fundación Mapfre, que ha reseñado que la abierta hoy en Granada es “la mayor exposición que ha tenido nunca en vida William Christenberry” y la directora del Centro José Guerrero, Yolanda Romero, quien ha comisariado la exposición de William Christenberry, que ha incidido en que el fotógrafo quedaría unido a la obra de José Guerrero por la importancia del color en cuya integración en los museos de fotografía fue pionero. Las fotografías en color requieren de una “mayor atención” para su exposición, ha señalado Romero, que se ha referido a la baja iluminación de las salas para adaptarse a este material, así como al amplio espectro de tiempo que recoge la exposición remontándose a “una foto bastante poco usual conforme a lo que hoy estamos acostumbrados”.

SÍNTESIS DE LA EXPOSICIÓN

William Christenberry tiene un lugar destacado en la historia reciente de la fotografía americana por su peculiar visión del paisaje tradicional del Sur de los Estados Unidos, y es considerado como uno de los pioneros de la fotografía en color. Pero Christenberry es también un creador versátil que ha utilizado otros medios (pintura, dibujo, escultura o instalación) para fijar la memoria de un paisaje transitado y vivido por él a lo largo de su vida.

Christenberry construye un relato del Sur americano, desde y dentro del Sur. Un relato parcial, sin duda, que hunde las raíces en su infancia, sus memorias, sus experiencias, sus lecturas, sus ensoñaciones. Un relato que nos habla de arquitecturas vernáculas, de paisajes, pero que también bebe de la historia, de los lados más oscuros de esa historia americana marcada por la guerra civil, los desequilibrios económicos y los problemas raciales. Se convierte así en un narrador esencial que se une a una tradición de creadores que desde otros ámbitos, la novela, la poesía y la fotografía, han contribuido a conformar el imaginario del Sur americano.

William Christenberry (Tuscaloosa, Alabama, 1936) vivió su infancia y adolescencia en el condado de Hale, circunstancia que marcará definitivamente los temas de su obra. Entre 1954 y 1959 cursó sus estudios de arte en la Universidad de Alabama, en el momento en el que el expresionismo abstracto dominaba el panorama artístico americano, una influencia a la que no sería ajeno y que está patente en los inicios de su carrera como pintor. Tampoco fue ajeno al ambiente de violencia que por aquellos años se respiraba, tanto en las calles como en la vida universitaria, debido a la lucha por los derechos civiles. Christenberry fue testigo directo de esta situación, que a partir de 1962 será el origen de sus trabajos sobre el Ku Klux Klan, y más en concreto de The Klan Room, un work in progress que le ha ocupado obsesivamente desde aquellos días hasta los primeros años de 2000. También fue aquella época la de un intenso contacto con la literatura. El descubrimiento en 1960 del libro Let Us Now Praise Famous Men (Elogiemos ahora a hombres famosos) de James Agee y Walker Evans sería reconocido por el propio artista como otra de sus grandes influencias. La importancia en la trayectoria de Christenberry de este primer contacto con la obra literaria de Agee, y del que mantendría personalmente con Evans algo más tarde en Nueva York, radica en que a partir de este momento el artista dirige la mirada a su Alabama natal y comienza a darle a la fotografía un papel relevante en su trabajo.

Sus primeras fotografías, que tomaba con una pequeña cámara Brownie, datan de finales de los años cincuenta y, originalmente, no tenían otra finalidad que servir como referencia a sus pinturas. Christenberry utilizará el color en un momento en que éste era considerado demasiado comercial y artificial frente al blanco y negro.

Con una gran anticipación –finales de los años cincuenta y principios de la década de los sesenta– incorpora el color en su trabajo utilizando las características de la fotografía amateur (el revelado industrial, el pequeño formato propio de los álbumes familiares, los colores saturados y brillantes) de forma muy consciente y adoptando una actitud pionera en el campo de la nueva fotografía artística.

El recorrido de esta exposición se inicia con un grupo de fotos en blanco y negro fechadas en los primeros años sesenta. Comienza registrando los mismos lugares e incluso algunos de los mismos personajes que veintiséis años antes fueron registrados por Walker Evans. La primera imagen con la que nos encontramos es la de una mujer: Elisabeth Tingle, vuelta a fotografiar en la misma cocina en la que Evans la fotografió en 1936. Es uno de los pocos seres humanos que podemos identificar en esta exposición, en la que la figura humana está ausente. Junto a ella aparecen otras imágenes que recogen casi desde el mismo punto de vista casas, almacenes o calles que fueron capturadas por Evans. Pero lo interesante de todo este grupo de imágenes es que junto a ellas aparecen, por primera vez, sus propios temas, a los que volverá años después y que se convertirán en iconos de su trabajo: los kudzu, la casa de su familia cerca de Stewart, el Palmist Building, la calle Beale en Memphis, los anuncios y las señales en medio del campo, el cementerio de Stewart, las casas abandonadas.

En una visión apresurada de su trabajo, sus fotografías podrían considerarse un estudio sobre la arquitectura vernácula del Sur; podría parecer también que Christenberry quiere dejarnos un testimonio sobre algunas situaciones vividas por él en la Alabama racista de los años sesenta, como los encuentros de los klanes o sus rallyes secretos de Tennessee; pudiera parecer que pretende capturar el paisaje del Sur americano o el rastro dejado por los anuncios publicitarios de la época. Pero lo cierto es que sus fotos van más allá de esa función meramente documental, que parece inherente a la fotografía, para establecer relaciones con cuestiones más complejas: memoria, identidad, autobiografía, decadencia, pérdida, envejecimiento, muerte y transmutación.

Gran parte de la obra fotográfica de Christenberry tiene su origen en los viajes que anualmente realizaba a Alabama para documentar los escenarios de su infancia y juventud. Muchos de sus temas son fotografiados durante años, incluso décadas, en lo que él mismo ha definido como su particular interés por la estética del envejecimiento (“the aesthetic of aging”) porque son los procesos de transformación, decadencia, muerte y, a veces, renacimiento los que centran el objetivo de su cámara. De forma ritual, casas abandonadas, iglesias rurales, cementerios, objetos encontrados en el campo o paisajes intervenidos por el hombre son registrados por el artista, haciendo de la experiencia personal y el viaje el argumento central y circular de su trabajo. Buena prueba de ello son sus series icónicas, que reflejan año tras año el paso del tiempo y que ocupan un lugar esencial en la muestra: La casa del Quiromántico, Underground Nite Club, Entrada a tienda, Coleman’s Café, Casa roja del bosque, Kudzu y casa, Almacén verde, Casa y coche o Sprott Church. Será precisamente a partir de uno de sus temas favoritos, la iglesia de Sprott, cuando Christenberry decide a partir de 1973 dar una dimensión escultórica a sus imágenes, lo que él llama sus Buildings Constructions. Una selección de las más representativas forma parte también de esta muestra.

A mediados de los años setenta gran parte de la arquitectura vernácula y de los temas que durante los años cincuenta y sesenta Christenberry había fotografiado habían desaparecido de su Alabama natal. La sustitución de ese mundo por otro nuevo no atraía su atención. Por ello, a partir de esos años comienza a prestar mayor atención al paisaje, al paisaje puro, que hasta entonces había fotografiado como fondo de sus imágenes. Pero a él no le interesa la visión romántica de una naturaleza idealizada, no le atrae la naturaleza monumental, tan presente en la memoria visual americana, sino que su curiosidad se dirige a los paisajes no espectaculares, a los elementos comunes que los componen: los árboles, los caminos de tierra roja, los objetos encontrados, las nubes de tormenta o los kudzu.

Aunque Christenberry es considerado más como un fotógrafo de los ambientes rurales que como un fotógrafo de la ciudad, sus visiones urbanas no carecen de interés. Por ello, en esta exposición hemos querido mostrar varias de ellas, poco conocidas y realizadas en algunas pequeñas ciudades de Alabama y en la capital de Tennessee, Memphis, a la que estuvo ligado durante unos años como profesor en la universidad. En realidad la forma de aproximarse al paisaje urbano de Christenberry no difiere en mucho de su aproximación al paisaje vernáculo: las calles que fotografía están desiertas, no nos muestran personas (y cuando lo hacen es de forma casual); refleja los procesos de degradación y transformación de los edificios, a los que somete a un seguimiento durante años; los letreros publicitarios, que invaden muros y fachadas, son también objeto de su atención; recurre a la fragmentación de los temas y en sus encuadres sigue primando la frontalidad (Muro, Beale Street, Memphis, Tennessee).

Esta exposición termina en el lugar donde empezaron a fraguarse los mecanismos del relato del artista: la infancia, representada por la casa familiar de Stewart. Es evidente que casi todos los motivos de la muestra están ligados de una u otra manera a la biografía de William Christenberry, a las historias que tejen su memoria. Su práctica artística se ha convertido a lo largo de los años en un proceso de introspección que tiene una de sus manifestaciones más emotivas en la serie que le dedica a la casa donde pasó buena parte de su niñez, que comenzó a fotografiar sistemáticamente a partir de 1977.

La rica trayectoria de Christenberry ha sido objeto de numerosas exposiciones en los más destacados museos americanos, pero apenas ha podido ser vista en Europa. Por ello esta exposición constituye una oportunidad imprescindible para conocer en profundidad su trabajo fotográfico y otros elementos de su producción artística. La muestra, que tiene un claro carácter retrospectivo, reúne más de trescientas fotografías, en su mayoría vintage, realizadas entre 1961 y 2007, cinco esculturas y The Klan Room. Asimismo, se presenta una selección de su colección de anuncios y objetos publicitarios, reunida a lo largo de los años y que muestran su interés por la cultura popular.

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