El Patronato de la Alhambra y Generalife abre al público durante el mes de enero la Torre de la Cautiva, que debe este nombre a la leyenda de que en ella estuvo prisionera Isabel de Solís, que posteriormente sería sultana con el nombre de Soraya.
Todos los martes, miércoles, jueves y domingos los visitantes que accedan al conjunto monumental tendrán la oportunidad de conocer este espacio, cerrado a la visita pública por su especial fragilidad.
La Torre de la Cautiva apenas se diferencia exteriormente del resto. Sin embargo, su interior es uno de los espacios de habitación más destacados de la Alhambra por su decoración.
Se trata de una torre-palacio o Qalahurra, cuya estructura y distribución es la misma que la de las casas y palacios del Conjunto Monumental. Este espacio, junto con el Salón de Comares, atesora el más complejo programa decorativo de la Alhambra.
Como pieza del mes, el Patronato de la Alhambra presenta el zócalo de alicatado del Mexuar, en el marco del programa gratuito que tiene lugar los sábados de enero a partir de las 12,00 horas en la Sala VII del Museo de la Alhambra.
Según relata Ibn al-Jatib, en la fiesta del mawlid de 1362, Muhammad V inauguró su nuevo Mexuar, la primera gran empresa arquitectónica que acometió tras su reciente recuperación del trono. De este espacio, dedicado a los asuntos administrativos y de representación y articulado en torno a dos patios, solo subsiste, y muy transformada, la qubba o salón del trono.
Precisamente éste fue uno de los espacios que sufrió mayores intervenciones durante la ocupación cristiana de la Alhambra, pues la linterna de esta sala fue desmochada para construir habitaciones en su planta alta, mientras que el piso inferior fue ampliado hacia el norte, dotando a la sala de un marcado carácter rectangular que satisfaciera las nuevas necesidades derivadas del nuevo uso religioso que le fue asignado.
Esta transformación del Mexuar en capilla cristiana acarreó la renovación de sus revestimientos decorativos por artesanos moriscos. Éste es el caso del paño de alicatado que se expone en el Museo de la Alhambra, que desde el siglo XVI formó parte de los zócalos de este espacio hasta 1947, cuando fue retirado para reabrir la primitiva comunicación con el patio del Cuarto Dorado.
El análisis de este alicatado permite profundizar en las técnicas que utilizaron los artesanos nazaríes y moriscos para el coloreado, vidriado y corte de la cerámica, al tiempo que introduce en el sugestivo mundo de los repertorios decorativos islámicos, en los que la lacería ocupa un lugar destacado.