Juzgan este lunes a una acusada de estrangular hasta la muerte a su marido en Guadix
Su defensa sostiene que actuó en legítima defensa, tras los continuos episodios de maltrato a los que había sido sometida
Un jurado popular enjuicia desde este lunes y hasta el día 24 en la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Granada a una mujer, de nacionalidad cubana y 50 años, acusada de asesinar a su marido en el domicilio que compartía con él en Guadix estrangulándolo con una cinta negra tras dejarlo aletargado al suministrarle ansiolíticos.
La Fiscalía pide para la inculpada, Ana María P.H., en prisión provisional, una pena de 20 años de cárcel por un delito de asesinato, con la circunstancia agravante de parentesco y la atenuante de confesión, puesto que fue a entregarse a la mañana siguiente de lo ocurrido a la Guardia Civil, después de practicar durante toda la noche rituales de santería junto al cadáver.
Según consta en el escrito de acusación provisional del Ministerio Público, al que ha tenido acceso Europa Press, la mujer contrajo matrimonio en octubre de 2008 con su esposo, al que había conocido dos meses antes en Cuba. Desde el mes de marzo de 2009 el matrimonio convivía en Guadix, pero la relación conyugal estaba muy deteriorada, y eran continuos los enfrentamientos y discusiones, hasta tal punto que el hombre tomó la decisión de presentar demanda de divorcio en septiembre de 2011.
En ese contexto, en la tarde del 25 de agosto de 2011, cuando ambos se encontraban en el domicilio familiar, se produjo una nueva discusión que propiciara que la procesada decidiera matar a su esposo.
Para conseguir ese propósito, y con el fin de provocar en su marido un estado de aletargamientos que disminuyera sus posibilidades de defensa frente al ataque planeado, la mujer le suministró de forma clandestina una alta dosis de lorazepam –fármaco con efectos ansiolíticos e hipnóticos– y posteriormente mantuvo relaciones sexuales con él.
Cuando el marido se encontraban en el dormitorio común, la inculpada, “de manera sorpresiva y con ánimo de darle muerte”, le ató al cuello desde atrás una cinta negra similar a una corbata previamente preparada para tal fin, y la apretó hasta que el hombre, “con las posibilidades de defensa aminoradas debido al letargo en que se encontraba”, murió estrangulado.
Como consecuencia del estrangulamiento, la víctima presentaba diversas lesiones en el cuello, además de otras contusiones y hematomas, como la mejilla, a nivel de piel del escroto, erosiones en piernas y codos y sufusiones hemorrágicas. En el momento de su fallecimiento, el hombre presentaba 0,15 mg/litro de lorazepam en contenido gástrico y 0,25 g/litro de alcohol etílico en sangre.
Por otra parte, la mujer presentaba lesiones después de haber forcejeado con su víctima, como hematomas, erosiones en los brazos o en las cervicales. Después de haber matado a su marido, la acusada realizó varias llamadas a Cuba desde el teléfono móvil de él, y posteriormente lo ocultó en el interior de una impresora tras borrar todas las llamadas.
Asimismo, pasó toda la noche junto al cadáver de su esposo realizando rituales de santería, práctica de arraigada tradición en su país de origen, y que la acusada realizaba habitualmente en el domicilio familiar.
A la mañana siguiente, la mujer reconoció de forma espontánea ante agentes de la Guardia Civil haber sido la autora del crimen después de haber dado aviso ella misma de lo sucedido a la hermana del fallecido, y fue inmediatamente detenida.
La familia de la víctima está personada en el caso como acusación particular y reclama la misma pena para la mujer, además de una indemnización de 120.000 euros –20.000 euros más que el Ministerio Público–.
Por su parte, la representación legal de la acusada, que ejerce Medina Cuadros Abogados, sostiene que la mujer actuó en legítima defensa, como consecuencia del “maltrato continuo” al que había sido sometida. Según sus abogados, sufrió maltrato físico y psicológico, abusos sexuales, confinamiento en la vivienda o anulación de la personalidad, entre otros.