El Ayuntamiento de Granada está a la espera de recibir las autorizaciones judiciales que ha solicitado para desalojar y sellar ocho cuevas de titularidad municipal en el Cerro de San Miguel, después de que los moradores se hayan negado a abandonarlas.
Las cuevas han sido declaradas en ruina al no reunir las condiciones de seguridad necesarias para su habitabilidad, en el marco de un proyecto de intervención gradual que supondrá el adecentamiento de toda la zona.
La concejal de Urbanismo, Isabel Nieto (PP), ha señalado a preguntas de los periodistas que inicialmente no se acudió a la vía judicial porque los moradores “dijeron que no tenían inconveniente” en marcharse, teniendo en cuenta que, según ha subrayado, “no se trata de viviendas” sino de “agujeros”.
No obstante, y tras el anuncio de desalojo de las cuevas del pasado diciembre, los inquilinos “se hicieron fuertes allí” a raíz de las “movilizaciones” impulsadas por parte de IU y otros colectivos, por lo que finalmente se ha acudido a la vía judicial para desalojarlos, ha argumentado Nieto.
“Urge el arreglo en esta zona”, ha clamado la edil, quien ha querido matizar que no se trata de casas cueva, “las cuales son algo típico de Granada y están protegidas”, sino de “agujeros artificiales” que, dada su proliferación, están convirtiendo el cerro “en una especie de queso gruyer” creando una “inestabilidad que hace muy peligroso que allí se pueda alojar nadie”.
A finales de la semana pasada llegaron al Ayuntamiento las dos primeras autorizaciones judiciales que permiten a los responsables municipales tapiar las cuevas, según adelanta este miércoles el diario ‘Granada Hoy’, aunque la pretensión es esperar a tener todas las notificaciones para proceder al desalojo.
La actuación se iniciará con ocho cuevas de propiedad municipal para ver el resultado, aunque una de ellas ya se ha hundido, según relató en su día Nieto, quien insiste en la situación “ruinosa” en que se encuentran, de modo que existe un “riesgo” para las personas que la habitan, además de que no cuentan con saneamientos ni otros requisitos necesarios para una habitabilidad “digna”.
La situación que presentan las cuevas obligó durante pasados inviernos a los técnicos municipales a realizar diversas visitas ante el temor de que las fuertes lluvias provocaran su hundimiento.