Constatan existencia de esclavos en Cádiz después de la Constitución de 1812

El Cádiz de 1812 ha pasado a la historia como cuna del liberalismo y promotora de libertades pero en la ciudad siguió habiendo esclavos en ese periodo y aún en fechas posteriores, según un estudio del catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Cádiz Arturo Morgado García.

El historiador ha dicho a Efe haber detectado en varias fuentes históricas la existencia de esclavos en el denominado Trienio Liberal (1920-23), y aún en el padrón municipal de Cádiz de 1830 y hasta de 1840, año en el que todavía permanecían censados en la ciudad cinco esclavos, dos hombres y tres mujeres.

“Lo importante no es que hubiera muchos o pocos, sino que los había y que la sociedad los seguía admitiendo”, ha asegurado Morgado, autor del estudio “Una metrópoli esclavista. El Cádiz de la modernidad”, publicado por la Universidad de Granada.

“La Constitución de 1812 no se planteó la abolición; y la esclavitud era algo que se consideraba natural”, ha señalado el historiador, quien en su libro advierte que esto sucedía en una ciudad considerada “paradigma de las libertades y cuna del constitucionalismo”.

Según el profesor, los esclavos registrados en el siglo XIX en Cádiz ejercían como criados domésticos y carecían de papel alguno en la economía productiva, y en un buen número de casos pertenecían a propietarios llegados de América que los traían consigo “como una pieza más del equipaje”.

A principios del XIX “en España quedaban muy pocos esclavos, pero seguía habiendo muchos en las colonias de América, donde eran básicos para la economía y donde las elites blancas no estaban dispuesta a abolir la esclavitud”, ha señalado Morgado al recordar que el debate antiesclavista no surge en el país hasta la tardía fecha de 1870.

Morgado, que ha hecho la salvedad de que ese debate esclavista en el Cádiz de la segunda mitad del XIX “aún no está estudiado”, ha señalado que en Puerto Rico la abolición no llega hasta 1874, porque en la isla “había muy pocos esclavos y no tenían peso en la economía”, pero que en Cuba no llega hasta más tarde por ser imprescindibles para el cultivo de la caña de azúcar.

La trata de esclavos (sacarlos de sus lugares de origen para llevarlos a trabajar, generalmente, a América) se prohibió en 1814 pero la esclavitud no se suprime hasta la década de 1870 a 1880, según el historiador, que ha explicado que la Iglesia no se pronunció contra la esclavitud hasta la primera mitad del XIX, si bien rechazó la trata.

Morgado ha explicado que “en Cádiz la esclavitud entra en auge en un momento en el que en el resto de España está en decadencia”, en la segunda mitad del XVII y en la primera del XVIII, lo que explica con la riqueza que conlleva que la ciudad sea sede del comercio con América.

En el XVIII, ha matizado Morgado, “la esclavitud no es rentable; cuando hay mucha mano de obra sale más barato un trabajador libre, ya que por el esclavo hay que pagar un precio elevado, además de hacerse cargo de su alojamiento y manutención”.

Los esclavos se mantenían entonces “como signo de distinción social, o prueba de que se los podían permitir; más por distinción social que por su rentabilidad económica”, según el historiador, quien ha asegurado que en la primera mitad del XVIII un esclavo costaba unos 1.500 reales de vellón, equivalente a unos 12.000 euros actuales.

Aunque en el XIX todos los esclavos de Cádiz son de procedencia americana, hasta la segunda mitad del XVIII eran subsaharianos, norteafricanos y turcos, según Morgado, quien ha asegurado que mientras más blanca fuese su piel más posibilidades tenían de obtener algún día la libertad.

Algunos esclavos podían comprar su libertad a sus dueños, y estos, en algunos casos, los dejaban en libertad de manera gratuita.

Aun con su fama de “ciudad abierta y cosmopolita”, la riqueza de América “no llegó a muchos” y en los periodos de mayor bonanza económica la pobreza no descendió en la ciudad del 10 por ciento de la población, según Morgado, cuyas principales fuentes han sido los archivos parroquiales, los de protocolos notariales y la prensa de la época.

Alfredo Valenzuela. Agencia EFE Sevilla

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