Dani Benítez, el ídolo caído

El extremo zurdo del Granada CF Dani Benítez es el perfecto ejemplo de cómo un deportista puede pasar en muy poco de tiempo de ser un héroe para toda una ciudad a convertirse en un villano, en un ídolo caído que puede ver truncada una exitosa carrera deportiva por una desordenada vida personal.

Su último episodio ha sido, presuntamente, dar positivo por cocaína en un control antidopaje realizado el pasado 16 de febrero tras el partido Granada-Betis, hechos por los que el club rojiblanco lo ha apartado de los entrenamientos, además de anunciar que lo despedirá si se confirman esos hechos.

Benítez, que dentro de diez días cumple 27 años, se convirtió en uno de los primeros jugadores que llegó al Granada tras el desembarco en la entidad del murciano Quique Pina, aunque su caché no podía ser asumido por un club que entonces militaba en Segunda B, por lo que el socio italiano Udinese fue quien contrató al jugador y pagó su salario.

El futbolista balear, formado en la cantera del Mallorca y que llegó a ser internacional en las categorías inferiores de la selección española, venía de hacer buenas temporadas en el Pontevedra y el Elche, por lo que no tardó en brillar en el equipo andaluz, siendo clave en el ascenso a Segunda División en 2010.

Su segunda campaña en el Granada fue la de su explosión. Lo jugó casi todo, fue uno de los máximos goleadores y asistentes del equipo y de sus botas salió el pase de gol al nigeriano Odion Ighalo en el tanto que devolvía al equipo andaluz a Primera 35 años después, al final de la temporada 2010-2011. Su velocidad y su gran golpeo de la pelota con la zurda pusieron a toda una ciudad a sus pies.

El amor de la hinchada rojiblanca hacia Benítez crecía a la vez que los comentarios, cada vez más extendidos por la ciudad, sobre su desordenada y poco recomendable, para un profesional del deporte, vida fuera de los terrenos de juego, más aún tras el fallecimiento de su madre.

El brillo y la importancia del futbolista en el equipo iban menguando conforme el Granada acumulaba partidos durante las tres últimas temporadas en Primera, pese a que todos los entrenadores que ha tenido el plantel andaluz en la máxima categoría han mostrado una fe ciega en el jugador.

En el penúltimo encuentro de la temporada 2011-12, ante el Real Madrid, lanzó una botella de plástico al colegiado aragonés Carlos Clos Gómez, lo que le costó una inhabilitación de tres meses.

Desde entonces, con el añadido de que ha pasado varias lesiones que le han tenido casi más tiempo de baja que disponible, Dani Benítez no ha levantado cabeza en lo deportivo.

La veneración de la afición del Granada por Benítez se demostró en el partido ante el Betis, tras el que le realizaron el control antidopaje en el que ha dado positivo, cuando fue recibido en pie por la grada al reaparecer después de varias semanas de lesión.

Apenas estuvo unos minutos en el campo porque fue expulsado con roja directa, lo que le costó la reprimenda pública de compañeros y dirigentes rojiblancos, además de una pitada de su estadio cuando, quince días después, volvió a jugar unos minutos en Los Cármenes.

El Granada ha sido tajante tras el positivo del jugador. Sus dirigentes están dispuestos a ayudarle en su vida personal si lo necesita, pero el despido ha sido fulminante.

“Se le han pasado demasiadas, más que a nadie, y ésta ya ha sido la gota que ha colmado el vaso”, han argumentado desde el club, que estuvo a punto de traspasarlo al Mallorca en el pasado mercado invernal.

Dani Benítez, un auténtico ‘Doctor Jekyll’ y ‘Mister Hyde’ para la sufridora afición del Granada, un futbolista de un talento descomunal arruinado por no saber lidiar con la fama, por elegir muy mal sus compañías, un ídolo caído.

Javier Aguilera. Agencia EFE Granada

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