La buena recepción de la película “Ocho apellidos vascos” en Andalucía ha demostrado que los andaluces se ríen del tópico, pese a que históricamente haya podido suponer un lastre para la valoración de su carácter o la consideración de su potencial laboral, cultural y hasta educativo.
Además de la región más poblada de España, Andalucía es tan grande como Portugal y es la única comunidad con tres fronteras internacionales si se cuenta Marruecos, y expresiones de Sevilla como “mi alma” -que puede pronunciarse “mi arma”- causan un abierto rechazo en provincias limítrofes como Cádiz, Huelva o Córdoba, de modo que en las provincias orientales ni siquiera se entienden.
El sentido del humor que caracteriza a provincias como Sevilla, Cádiz o Granada no puede ser más distinto entre sí -chistes que se propagan como los virus en una provincia funcionan como pólvora mojada en otra-, no obstante los andaluces demuestran su carácter abierto celebrando con carcajadas aquello que se supone que los caracteriza.
“Ocho apellidos vascos” llevaba recaudados a mediodía del jueves pasado 2,2 millones de euros sólo en los cines de la región, un éxito que el crítico de cine Manuel Bellido atribuye a los guionistas del filme y a que el guión “no reproduce los tópicos sino que se burla de ellos”.
El presidente de la Andalucía Film Commission, Carlos Rosado, ha dicho a Efe que “los tópicos son siempre cómicos, y la gente sabe distinguir la verdad de la caricatura”, además de que “se trata de una comedia, no de una película que pretenda sostener ninguna tesis; está muy bien que se hagan películas como ésta, que hagan que la gente vaya al cine y se ría mucho”.
Rosado ha señalado que con los vascos pasa igual que con los andaluces de la película, “que los de verdad no responden a ese estereotipo”, porque “el cine es ficción y también sirve para reírse de sí mismo”.
Además, Rosado ha matizado que “Andalucía no es Sevilla”, y ha añadido sobre el filme que “todo está en clave humorística, por eso no produce rechazo ninguno; distinto hubiera sido que la película fuera en serio y hubiera pretendido reducir el carácter andaluz y el vasco a esa caricatura”.
El sociólogo Manuel Pérez Yruela, exdirector del Instituto de Estudios Sociales Avanzados de Andalucía y exportavoz del Gobierno andaluz, ha señalado que “en España se ha vivido siempre con estereotipos” y que el recurrir a estos sirve para “que aflore lo que la gente no se atreve a comentar y libere pequeñas tensiones de la vida cotidiana”.
En el caso de la película, “el reflejo de los tópicos se recibe con agrado, le quita hierro al asunto y nos hace a todos iguales”, ya que, ha advertido, “en el caso de los estereotipos negativos se entienden como sinónimos de inferioridad” y son causa de rechazo.
Muchos tópicos “tienen que ver poco con la realidad, como pasa con la película, que hipertrofia el tópico; y demuestra que los andaluces son capaces de reírse de sí mismos”.
Para el humorista Josele la película de Emilio Martínez-Lázaro “ha llegado en un momento de crisis, en el que la gente se ríe con lo que le des, con muy poquito”.
El humorista, que ha lamentado “las veces que nos han puesto (a los andaluces) de criados, al lado de un burro” en el cine y en otras representaciones, ha señalado que el éxito del filme tal vez se encuentre “en la comparación de andaluces y vascos”, y ha asegurado que también él se ha reído viendo “Ocho apellidos vascos” aunque ésta sea, ha valorado, “una película normalita, nada del otro mundo”.
Alfredo Valenzuela@EFE