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Es un éxito del modelo inclusivo impulsado por la ONCE que, además, logra al final de ESO un nivel de abandono escolar de estos alumnos tres veces inferior a la media.
Un total de 436 alumnos con ceguera o discapacidad visual grave afrontan en estos días en Granada la vuelta a la actividad escolar y académica como el resto de sus compañeros y con el apoyo de la ONCE. La práctica totalidad de este colectivo lo hacen escolarizados en centros de enseñanza ordinarios, es decir, siguiendo el principio de la inclusión educativa. En Andalucía son un total de 1.718 de los 7.526 los estudiantes que se incorporan a las aulas en España.
La inclusión de los niños y niñas con discapacidad visual en un ámbito educativo normalizado responde a la tendencia generalizada presente en la legislación vigente de crear un único sistema donde se integren todos, prevaleciendo siempre el derecho del alumnado a recibir una atención educativa equitativa y de calidad, y respetando las necesidades específicas de cada uno de ellos.
Este modelo inclusivo ha logrado que, al finalizar la ESO, la tasa de abandono escolar de estos alumnos sea tres veces inferior a la media española, un 9,6% frente al 23,5% de España, y dos puntos por debajo de la media europea, que se sitúa en el 11,9%, según el último informe de la agencia comunitaria de estadística Eurostat.
Los profesionales que componen los Equipos Específicos de Atención educativa a personas con discapacidad visual de la ONCE –fruto del convenio de colaboración entre la ONCE y la Junta de Andalucía-, trabajan intensamente para planificar el conjunto de intervenciones que van a llevar a cabo durante todo el curso escolar con el fin de facilitar a este alumnado, su profesorado, centros y familias los recursos y la intervención que necesitan para su aprendizaje.
Formación de calidad para el acceso al empleo
Un total de 7.526 alumnos con discapacidad visual grave recibirán esta atención educativa en el nuevo curso, de los cuales el 99 % están escolarizados en educación integrada en centros ordinarios.
De entre todos estos alumnos, 829 (el 11%) se preparan en la Universidad para obtener los conocimientos y aptitudes que les cualifiquen para su posterior incorporación al mercado laboral.
En el caso de Andalucía, la distribución de los 1.718 alumnos por niveles educativos es: 323 escolares corresponden a Educación Infantil; 339 son de Educación Primaria; 203 están ya en la ESO; 83 cursan Bachillerato; 57, Formación Profesional; 182 son universitarios; y 531 están inscritos en otro tipo de enseñanzas.
Para cada nuevo curso, los servicios de producción bibliográfica de la ONCE trabajan intensamente, para que, en la vuelta al cole, los niños y jóvenes ciegos puedan llevar en sus mochilas, desde el primer día de clase, y con la misma ilusión que sus compañeros, los mismos libros, pero transcritos al sistema braille. Muchos de ellos, cuentan con adaptaciones tecnológicas e informáticas facilitadas por la ONCE para seguir el curso: ordenadores con revisor de pantalla; anotadores y calculadoras parlantes; impresoras en braille…
Atención individual para cada alumno
Los Equipos Específicos de Atención Educativa al alumnado con discapacidad visual se encuentran repartidos por los diferentes centros que la ONCE tiene por todo el Estado, de forma que se garantice la cobertura de los estudiantes en todas las etapas educativas y en todos los puntos geográficos. A su vez, estos Equipos dependen estructuralmente de alguno de los cinco Centros de Recursos Educativos de la Organización, ubicados en Alicante, Barcelona, Madrid, Pontevedra y Sevilla.
Los Equipos Específicos forman parte de los recursos que la ONCE y la Junta de Andalucía establecen en los convenios de colaboración para la atención educativa a personas con ceguera o discapacidad visual grave.
Están formados por distintos profesionales, expertos en distintas áreas de intervención: maestro, técnico de rehabilitación, psicólogo, pedagogo, trabajador social, instructor en tecnología accesible (tiflotecnología), etc.
Para cada alumno y alumna con discapacidad visual se elabora un Plan Individualizado de Atención, según sus necesidades, y se le asigna un maestro o maestra itinerante encargado, entre otras funciones, de asesorar al centro y al profesorado de aula, asesorar y orientar a las familias y realizar un trabajo directo con el alumno.
Dicho trabajo directo abarca todos aquellos aspectos que puedan favorecer y potenciar la plena inclusión educativa de la persona: estimulación visual; autonomía personal, orientación y movilidad; enseñanza de un sistema de lectoescritura (braille o tinta); aprendizaje del uso de la tiflotecnología (tecnología adaptada); orientación académica y profesional; ocio y tiempo libre; currículo escolar; adaptación de recursos educativos; tecnologías de la información y la comunicación, etc.
Además, el maestro de apoyo itinerante coordina y realiza el seguimiento de la intervención de otros profesionales con el objetivo de conseguir la mayor autonomía del alumnado y de los profesores de los centros, pero sin sustituirles en ningún caso.
Para conseguir la inclusión académica y social el alumno debe aprender igual que los demás a relacionarse, a ser autónomo, a utilizar técnicas para orientarse y desplazarse, a conocer y asumir su patología visual, sus limitaciones, sus capacidades, etc., además de aprender los contenidos establecidos en el currículo ordinario. La atención va dirigida a todas las etapas educativas, desde la atención temprana y educación infantil, a las enseñanzas obligatorias –Primaria y Secundaria-, enseñanzas postobligatorias y estudios universitarios, educación de personas adultas y atención a alumnos escolarizados en centros de educación especial.