Los supuestos abusos sexuales cometidos en Granada por varios sacerdotes han vuelto a situar en el punto de mira la gestión al frente de esta Archidiócesis del prelado Javier Martínez, que en 2007 se convirtió en el primer arzobispo en sentarse en el banquillo de los acusados por acoso moral a un cura.
Aunque finalmente fue absuelto por la Audiencia de Granada del delito de coacciones y la falta de injurias por los que previamente fue condenado a multa por un Juzgado de lo Penal, el asunto generó gran revuelo mediático por lo inusual de sus protagonistas: un arzobispo y un canónigo archivero, conservador de patrimonio de la Catedral de Granada, que lo denunció por coacciones y calumnias.
Lo hizo después de que el prelado lo acusara de una apropiación indebida relacionada con su trabajo de archivero y de quedarse con los derechos de propiedad intelectual de un libro sobre la Catedral de Granada auspiciado por Cajasur, con quien el prelado mantenía un enfrentamiento desde que ejerció como obispo en Córdoba, especialmente con su entonces presidente, Miguel Castillejo.
Más recientemente fue la edición de un libro titulado “Cásate y sé sumisa” lo que volvió a situar en primera línea mediática a Javier Martínez, que llegó al Arzobispado de Granada en 2003 tras ejercer durante siete años como obispo de Córdoba.
La publicación, de la italiana Costanza Miriano, fue editada en España por Nuevo Inicio, dependiente del Arzobispado de Granada, lo que generó numerosas críticas entre quienes consideraron que el libro fomentaba la sumisión de la mujer por incluir citas como “ahora es el momento de aprender la obediencia leal y generosa”.
Polémicas también fueron algunas de sus declaraciones sobre la interrupción del embarazo, como las que hizo en 2009 al comparar la situación en la que la reforma de la ley del Aborto sitúa a “miles de profesionales” sanitarios con la que tuvieron que afrontar los médicos o soldados “bajo el régimen de Hitler o de Stalin” o en cualquiera de las dictaduras que hubo en el siglo XX.
Su labor al frente de la Archidiócesis también saltó a la primera línea de la actualidad informativa hace siete años por un enfrentamiento con los vecinos de Albuñol (Granada), que secundaron protestas contra su decisión de trasladar al joven cura de la parroquia, que llevaba unos dos años destinado en el municipio.
Ahora, su gestión sobre los abusos sexuales cometidos supuestamente por varios sacerdotes contra un joven, entonces menor de edad, es cuestionada desde algunos ámbitos eclesiásticos, aunque él manifestó ayer, sobre la posibilidad de presentar su renuncia, que su vida está en manos de la Iglesia y del Santo Padre.
El revuelo mediático que ha generado esta investigación se evidencia también en el seno de la Archidiócesis, que ha multiplicado estos días su atención a periodistas, incluyendo a medios extranjeros como la CNN o una agencia de noticias francesa.
Pese a que desde ciertos foros se critica el mutismo o la posible ocultación por parte de los responsables diocesanos en esta crisis interna, fuentes eclesiásticas consultadas por Efe prefieren hablar de la necesaria “discreción” que requiere este asunto, máxime cuando el Juzgado ha decretado el secreto de sumario.
En cualquier caso, este nueva causa judicial se vive con “tremendo dolor” en el seno de la Archidiócesis, han apuntado las fuentes, que siguen apostando por la “tolerancia cero” ante este tipo de presuntos abusos y defienden la búsqueda de la verdad.
Otras fuentes eclesiásticas consultadas por Efe consideran por contra que el Arzobispado debió haber “aclarado” con mayor agilidad y transparencia lo relativo a este asunto, y muestran su “perplejidad” por el número de sacerdotes supuestamente implicados -diez curas, tres de ellos como supuestos autores, y dos seglares-.
Francisco Javier Martínez Fernández, el cuadragésimo cuarto arzobispo de Granada, nació en Madrid el 20 de diciembre de 1947, y fue ordenado sacerdote en marzo de 1972, un año antes de licenciarse en Teología Bíblica por la Universidad Pontificia de Comillas.
Su primer destino fue como cura ecónomo de la parroquia de Casarrubuelos (Madrid), cometido que desempeñó hasta 1975, desde donde pasó al seminario de Toledo como profesor de Cristología e Introducción a la Biblia.
(Crónica de Belén Ortiz. EFE-Granada)