Una investigación de la Universidad de Granada sobre la prevalencia de violencia de pareja contra mujeres embarazadas ha detectado que un 22,7% de ellas sufre algún tipo de violencia -emocional, física o sexual- dentro de su pareja.
Los datos, recogidos sobre una muestra de 779 mujeres heterosexuales que dieron a luz en quince hospitales públicos de Andalucía, son extrapolables al resto de España y a países de entornos socioculturales parecidos, según indica la Universidad de Granada en una nota.
Stella Martín de las Heras, investigadora de la Universidad de Granada y principal autora del trabajo, asegura que se trata del primer estudio de estas características en España.
Para la detección de la violencia de pareja fueron utilizados dos instrumentos estandarizados a escala internacional: el ‘Abuse Assessment Screen’ y el ‘Index of Spouse Abuse’, cada uno de los cuales proponía distintas formas de preguntar.
Los resultados apuntan a que en España la prevalencia de la violencia de pareja en las mujeres embarazadas es alta con respecto a los países próximos, en los que oscila entre el 3,4% y el 8,3%.
Los autores entienden que, a tenor de los resultados, debería incluirse de manera rutinaria la detección de la violencia en el control del embarazo.
Cuando se analizaron los datos con los dos instrumentos de detección por separado, encontraron grandes diferencias entre ambos.
Mientras que con el primero de ellos se detectó que el 7,7% de las mujeres embarazadas sufría algún tipo de violencia, con el segundo el porcentaje subía al 21,3%.
Según la investigadora, no es posible explicar los motivos de esta diferencia porque cada trabajo ha utilizado una metodología diferente, pero “las cifras hacen reflexionar sobre las repercusiones en la salud de la mujer y el feto”.
El porcentaje resultante del estudio (22,7% de mujeres que sufren algún tipo de violencia dentro de su pareja) se obtuvo al unir los resultados de ambas herramientas, sin duplicar los casos detectados.
La diferencia entre ambos métodos radica en la forma en la que se pregunta: El primero de ellos se basa en preguntas muy generales, en las que las mujeres se tienen que autodefinir como maltratadas.
Sin embargo, con el segundo método la mujer responde sobre vivencias cotidianas que se le plantean.
Por ejemplo, al responder a la cuestión “mi pareja me exige obediencia ante sus caprichos”, la mayor parte de las mujeres encuestadas no consideraron que tal conducta supusiera un tipo de violencia, sino que lo justificaron por el “carácter” de su compañero.
De esta manera, la segunda herramienta detecta situaciones y sus frecuencias que, sumadas, determinan si una mujer sufre violencia.
Cuestiones como “mi pareja se enfada y se pone intratable cuando le digo que está bebiendo demasiado” fue respondida afirmativamente por más de un 10% de mujeres.
De igual manera, a la cuestión “mi pareja se enfada si no estoy de acuerdo con él” respondieron afirmativamente, en diferente grado, casi el 18% de las mujeres.
En cuanto a los tipos de violencia, el 21% de las mujeres dijeron sufrir violencia emocional y el 3,6% física o sexual.
El 36,1% de las mujeres que reportaron violencia física dijeron que ocurría “muy a menudo” o a diario, y el 20,3% la clasificaron como de severidad 3 -hematomas, quemaduras o huesos fracturados-.
Respecto a los factores sociodemográficos que pudieran estar asociados con la violencia en el embarazo, como la edad, el nivel de estudios, la actividad laboral o la nacionalidad, algunos estereotipos no aparecieron entre sus resultados.
Sin embargo, mujeres embarazadas que mantenían una relación sin compromiso o que no contaron con apoyo en su entorno tenían mayor probabilidad de sufrir violencia de pareja durante el embarazo.
Por el contrario, las mujeres con trabajo estaban más protegidas contra este tipo de violencia.