Vivir en hermandad es sin duda alguna uno de los anhelos más intensos que tienen todas las corporaciones granadinas. Poder disfrutar de un espacio personal donde convivir, desarrollar parte de sus actividades y poder mostrar a hermanos y visitantes parte del patrimonio que han atesorado a lo largo de los años. Esta experiencia enriquecedora que viene permitida por una casa de hermandad es ya una realidad en la hermandad de El Huerto.
Los miembros de la hermandad de la calle Santiago siempre han contado con un espacio propio, situado en el campanario del monasterio de la Madre de Dios. Poco a poco ocuparon estancias aledañas, donde exponer de forma decorosa una de las joyas más significativas de la ebanistería del último tercio del siglo XX en Andalucía – su paso de misterio, obra de Antonio Martín – así las piezas de orfebrería del palio de la Virgen de la Amargura y el resto de enseres que conforman el cortejo procesional.
El revulsivo que está experimentado la hermandad de El Huerto a raíz del gran proyecto de la coronación canónica de su titular mariana, ha llevado a considerar la necesidad de adecuar sus instalaciones y procurar crear ese gran espacio al que llamar, y con mayúsculas, Casa de Hermandad. Aún queda mucho por hacer, siguen aún las herramientas, el cemento y los materiales de construcción en el interior… pero algunas de las habitaciones ya han tomado su imagen definitiva.
Las dos salas inferiores del edificio han sido transformadas: el espacio al que se accede, más que un mero distribuidor, pasa a ser parte del epicentro de la convivencia, con un bar acogedor que promete gratos momentos de fraternidad y tertulia cofrade para todos los consumidores. Donde estaba alojado el paso de misterio también albergará ahora un espacio de homenaje al ebanista Antonio Martín, quien donó en vida algunas de sus pertenencias y herramientas de trabajo a esta hermandad. Pero las grandes sorpresas vienen a partir de la escalera.
En las estancia superiores encontramos espacios dedicados a la vida administrativa y económica de la hermandad, tan fundamental para la correcta gestión de la misma pero, salvando lo irregular del espacio encontramos un tesoro, uno de esos lugares donde los cofrades se sienten a gusto, se dejan envolver por lo más genuino de sus sentimientos, recrean en su memoria momentos inolvidables. Lo especial de esta habitación es cobijar en sí misma siglos de historia: desde una armadura de par y nudillo del siglo XVII, que recoge el bagaje del propio cenobio, hasta el palio montado de la Virgen de la Amargura, como uno de los elementos patrimoniales más destacados de este 2015.
La monumentalidad del nuevo paso de palio y del lugar donde se conservará durante todo el año nos hablan de una nueva conciencia en los cofrades granadinos. El valor que se le confiere al patrimonio no es sólo económico y material sino también se aprecia en él toda una serie de valores culturales y cultuales que son necesarios mantener, potenciar y salvaguardar. Por ello, junto al paso de la Virgen grandes armarios albergan todo el ajuar de la imagen y las insignias, estandartes y elementos procesionales más destacados. Aún la hermandad está terminando de acondicionar museográficamente el lugar, procurando que las piezas expuestas tengan las mejores condiciones de conservación posibles.
Pero las nuevas sorpresas no quedan aquí. Si importante para una hermandad es su ‘museo’, donde poder manifestar el orgullo de su corporación y compartirla con los demás, también es fundamental ese espacio institucional donde tomar las decisiones que habrán de determinar el rumbo de la misma. Una imponente sala polivalente corona la casa de hermandad donde, según ha manifestado el hermano mayor, Manuel Cañavate, servirá para celebrar no sólo los cabildos de oficiales y cabildos generales sino para impartir formación a los hermanos, para desarrollar actividades del grupo joven y todas aquellas iniciativas que puedan surgir a lo largo del año. Y es que las efemérides pasan pero el lugar donde hacer hermandad siempre estará ahí.