El escritor y político Felipe Alcaraz ha dedicado un largo poema de 500 versos, “Elegía a Javier Egea”, al poeta granadino que se suicidó en 1999, del que fue amigo desde la juventud y, según ha dicho a Efe, “al que quitaron de en medio” por salirse de la norma y del canon poético dominante desde los años 80.
De treinta antologías poéticas de los años ochenta y noventa sólo una, “Apocalípticos e integrados”, de Marta Sanz, fue la que incluyó a Egea, según ha recordado Alcaraz, pese a tratarse “de uno de los grandes poetas del siglo XX”.
Javier Egea hizo “una poesía radicalmente nueva en una etapa en la que todo se convirtió en mercado”, una “poesía materialista, frente al yo lírico, psicológico” y “una poesía hecha desde fuera, desde las relaciones sociales”, lo que le costó “el silencio y la soledad”, según Alcaraz.
“Egea, precisamente en el momento en que estalla la etapa posmoderna, produce una poesía contra el dominio; aún más, contra el dominio de clase; y arrostra los riesgos consecuentes; y uno de los riesgos es la soledad en Granada; y no hay tortura más grande que estar solo en Granada”, una ciudad que -ha recordado Alcaraz-, según Morente, “entierra sus ríos y mata a sus poetas”.
Alcaraz ya dedicó a la figura y a la vida de Javier Egea una novela, “La conjura de los poetas” (Almuzara), pero ahora ha recurrido a la poesía porque “explicar lo que es Javier y su tono sólo puede hacerse a través de la imagen poética; este poema trata de entrar en el tono de Javier”.
Al modo de “Las cenizas de Gramsci”, de Passolini, “Elegía a Javier Egea” mantiene “una estructura tonal” y, al igual que el poemario de Pasolini, también se inspira en una sinfonía, en este caso de Beethoven porque, ha explicado Alcaraz, “todas las sinfonías de Beethoven contienen un disparo”, en alusión al de la escopeta con la que Egea se quitó la vida.
El poema de Alcaraz es “un largo paseo por Granada, junto a Javier Egea, de alguien que porta una vieja ‘Zenit’ con la que va fotografiando los lugares de su vida”, entre ellos los bares “El rincón de Lorca” y “El elefante” -“soy poeta, buscadme en las tabernas”, escribió Egea-.
Otros escenarios son esquinas y paseos que frecuentaba y la Calle del Beso, en la que vivió, y también el bar “La Tertulia” donde, según Alcaraz, “se coció” la corriente poética de “La otra sentimentalidad” y que se conoció como “La casa de la palabra” por las habituales reuniones de poetas y profesores.
Los poemarios “Troppo mare” y “Paseo de los tristes”, de Javier Egea, también fueron concebidos en “La Tertulia”, bar que “se inauguró en 1980 y sigue vivo, sin que lo haya ocupado ninguna sede bancaria”, según ironiza Alcaraz.
Egea escribió que la poesía era “un pequeño pueblo en armas contra la soledad”, ha recordado Alcaraz, para quien “la gran palabra de su vida fue ‘soledad'” y quien ha anunciado que una próxima antología suya llevará el título de “Soledades”.
También ha anunciado que en unos meses se publicarán los diarios de Egea, de los que, ha advertido, no deben esperarse maledicencias porque “fue un hombre muy comedido”, ya que Bartleby Editores proseguirá publicando, en ese tercer tomo ya, su obra completa.
En uno de los papeles del poeta que se encontraron cuando se suicidó se encontró la frase “Los solitarios son esos que le dicen a su amada: me quedo solo, pero no me vendo”.
“Elegía a Javier Egea” (editorial Atrapasueños) será presentado el jueves en Granada, en La Tertulia, por su autor, acompañado por el cantaor Juan Pinilla, por Jairo García Jaramillo, estudioso de la obra de Egea, el poeta Juan de Loxa, el dibujante Andrés Vázquez de Sola y el periodista Eduardo Castro.
(Alfredo Valenzuela – EFE Sevilla)