Una nueva técnica permite cuantificar y clasificar los efectos de enfermedades como el lupus eritematoso, la diarrea infecciosa y la obesidad, que afectan a la flora intestinal, a partir de las especies químicas producidas por las diferentes bacterias, ha informado hoy la Universidad de Granada.
La definición de estos cambios puede contribuir a conocer el desarrollo de estas enfermedades, según Manuel Ferrer, investigador del CSIC en el Instituto de Catálisis, que ha liderado los dos estudios sobre la composición y diversidad de especies químicas producidas por las bacterias intestinales.
Este experto ha explicado que la flora intestinal o “microbiota” puede considerarse como un órgano adicional y está formada por millones de bacterias que interaccionan entre sí y con el organismo, afectando a su funcionamiento y salud.
Antonio Suárez García, coautor de la investigación sobre la obesidad, ha señalado que el estudio sugiere que, en personas sanas que no sufren ninguna enfermedad, el índice de masa corporal y, por tanto de obesidad, es el factor diferenciador independientemente de la edad o de cualquier otro parámetro.
Es decir, una persona sana delgada tiene una composición y diversidad de especies químicas bacterianas muy diferente a la de una obesa, según este profesor del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular 2 e investigador del Centro de Investigación Biomédica de la Universidad de Granada.
Se sabe que enfermedades como la obesidad, el cáncer y enfermedades autoinmunes pueden causar cambios en la composición de las bacterias intestinales, ha explicado por su parte Ferrer.
“Sin embargo, hasta hoy no se había esclarecido qué enfermedades producen las mismas o diferentes alteraciones en la microbiota, y si en base a ello es posible clasificar diferentes enfermedades”, ha añadido.
Además, tampoco se sabía si hay factores o enfermedades que dominen a la hora de inducir cambios gastrointestinales.
Los investigadores han analizado por primera vez la composición y diversidad de especies químicas producidas por las bacterias intestinales, lo que se conoce como “metaboloma”, en tres grupos de pacientes.
El hallazgo abre nuevas oportunidades relacionadas con el estudio de cómo las diferencias que aparecen más abajo de la “jerarquía funcional”, por ejemplo a nivel de poblaciones bacterianas, acaban finalmente en el mismo patrón metabólico o químico que es específico para diferentes enfermedades.
Se abren además por primera vez posibilidades para poder clasificar el efecto de distintas enfermedades en las bacterias gastrointestinales y cómo estas pueden afectar al desarrollo de las mismas.