El investigador Miguel Caballero ha encontrado recientemente un documento que acredita que el supuesto enterrador de Federico García Lorca, Manuel Castilla Blanco, alias ‘Manolillo el comunista’ se alistó en Falange en septiembre de 1936, lo que desmontaría, a juicio de este experto, que fuera la persona que sepultara el cuerpo del poeta y que conociera la ubicación de su enterramiento común.
En declaraciones a Europa Press, Caballero ha señalado que lo que confirma este documento, que encontró en un archivo militar tras solicitarlo en varias ocasiones, es que el entonces jefe del frente en Víznar, el capitán José María Nestares, lo enroló en Falange para “salvarle la vida”, pero lo hizo en septiembre. Por eso “no tiene sentido”, según ha indicado, “que estuviera un mes de enterrador en Víznar porque no lo podía proteger”. De esa forma, no pudo estar presente el día de la ejecución de Lorca, entre el 17 y el 18 de agosto de 1936.
De hecho, este investigador, autor del libro ‘Las trece últimas horas en la vida de García Lorca’ ha recordado que ya el periodista Eduardo Molina Fajardo recogió una declaración jurada de Castilla en la que admitía que no sabía nada del asesinato del poeta, salvo por referencias, que “decían que había sido enterrado antes de llegar a la Fuente Grande, en el camino que va de Víznar a Fuente Grande, en un camino que por allí había”.
Así consta en el libro de Molina Fajardo ‘Los últimos días de García Lorca’ (Plaza & Janés, 1983), en la que el investigador apunta la ubicación de la fosa en el antiguo campo de instrucción de Falange, en la zona del Peñón del Colorao, donde también ha señalado Caballero.
El testimonio que en su día le ofreció Castilla Blanco al hispanista irlandés Ian Gibson, le sirvió a éste para ubicar la fosa en el entorno cercano a Fuente Grande, concretamente en el actual parque García Lorca, bajo el monolito que recuerda a las víctimas de la Guerra Civil, junto a un olivo, pero la excavación que se produjo en 2009 hizo desechar esa zona, puesto que concluyó sin el hallazgo de restos óseos o evidencia de fosa alguna.
En su libro ‘El asesinato de García Lorca’ (Editorial Crítica, 1979) Gibson recoge el testimonio de este joven, que supuestamente tenía que trabajar de enterrador en la zona de Alfacar y Víznar, y que el 24 de agosto de 1978 lo llevó al que él decía que era el lugar donde yacía el poeta, junto al maestro republicano Dióscoro Galindo, y los banderilleros anarquistas Francisco Galadí y Joaquín Arcollas. Se trataba de una zona emplazada junto a unos chalets que se acababan de construir, cerca de una plantación de pinos, y bajo un olivo.
En el expediente personal de Castilla Blanco, consultado por Europa Press, se certifica que Castilla ingresó en Falange el 26 de septiembre de 1936 y que prestó servicios de “destacamento” en el sector de Cogollos Vega, Víznar, y tomó parte en la “ocupación” del Peñón de la Mata el 30 de junio de 1937, entre otras actuaciones de guerra, hasta 1939.
Por ello, Caballero cree que ‘El Comunista’ no pudo estar más de un mes sin esa protección en el entorno de Víznar y que simplemente le contó “a quien quisiera oírla” la historia de que había enterrado a García Lorca, porque tenía el altavoz apropiado para ello, ya que era camarero en un bar de San Juan de Dios que frecuentaban los investigadores lorquianos.
Caballero ha incidido en que Nestares se llevaba “bastante mal” con el entonces gobernador civil, José Valdés, y que, pese a que había “protegido” a otros republicanos, como el profesor universitario Joaquín García Labella, sus “desavenencias” acabaron con su fusilamiento. Aprovechando la “ausencia” de Nestares, Valdés dio la orden de que lo mataran, por lo que el capitán no podía “fiarse” de él.
Ian Gibson ha anunciado recientemente la reedición de la biografía del poeta granadino para el próximo año, con motivo del 80 aniversario de su ejecución, con el objetivo de “suprimir, corregir lapsus, y añadir”. Así lo declaró justo después de que se conociera un informe policial de 1965 sobre la muerte del poeta, el primero en el que el régimen de Franco admite que lo “pasó por las armas”.
El hispanista considera que este documento policial no ofrece información nueva, aunque sí tiene importancia en cuanto a que oficializa los datos ya conocidos, que demuestran que Lorca fue fusilado por orden del Gobierno Civil de Granada. De todos modos, afirmó que no va “a buscar nuevos documentos” al respecto, aunque si se encuentran, no le importará comentarlos.
Sobre la búsqueda de los restos de Lorca, aseguró que “están muy cerca de donde se buscaron la primera vez” –en 2009– e indicó que “el error fue no ampliar la zona”.