La exposición ‘The Presence of Black, 1950-1966’, organizada por el Centro José Guerrero de la Diputación de Granada, atrae ya las visitas de los amantes del arte interesados en conocer la obra del pintor granadino José Guerrero en la sede de la Fundació Suñol en Barcelona, la ciudad donde falleció el maestro del expresionismo abstracto en 1991 y en la que la muestra permanecerá hasta el 5 de septiembre.
El diputado provincial de Cultura, José Torrente, que asistió a la inauguración de la exposición el día 7, ha explicado que “es un motivo de orgullo” que en esta prestigiosa fundación privada dedicada al arte contemporáneo “haya habido un hueco para José Guerrero en la itinerancia que se está haciendo de ‘The Presence of Black’, la gran exposición que culminó los actos conmemorativos del Centenario de José Guerrero el año pasado”.
Comisariada por Yolanda Romero y Francisco Baena, la exposición The Presence of Black, 1950-1966 es la primera inmersión monográfica, en profundidad, de los años americanos del pintor, aquellos en los que José Guerrero se desprende del lenguaje figurativo precedente y los que más determinarán su camino y su propia voz plástica.
“Significa mucho para la cultura de Granada” que la obra de José Guerrero se pueda visitar en pleno Paseo de Gracia de Barcelona, en un museo con una importante “miscelánea” artística de casi 300 trabajos artísticos incluyendo cuadros de Salvador Dalí, Pablo Picasso o Andy Warhol, ha explicado Torrente, quien ha incidido en que llevar The Presence of Black a la Ciudad Condal es el resultado de “un trabajo serio y de cercanía con la familia” de Guerrero, con la que, según ha recordado el diputado, se ha firmado el comodato que permite “darle contenido al Centro Guerrero diez años más”.
“Uno siente como granadino una satisfacción tremenda de estar en pleno centro de Barcelona llevando lo mejor del arte contemporáneo que hoy día podemos disfrutar” frente a “aquellos tiempos en que la cultura de Granada era un escondrijo, algo a lo que poca gente tenía acceso”, ha subrayado Torrente.
En Granada se expuso con doble sede en el Centro José Guerrero y el Palacio del Carlos V de la Alhambra, y posteriormente se llevó a la Casa de las Alhajas de Madrid.
CINCO SECCIONES
La primera parada de la exposición, ‘La abstracción biomórfica’, se centra en los primeros trabajos que José Guerrero realiza tras su llegada a Estados Unidos, en noviembre de 1949, en el Atelier 17, en los que además de aprender las técnicas del grabado el pintor ensaya otros lenguajes para llevar hasta sus últimas consecuencias la evolución hacia la abstracción.
En pintura y arquitectura, una de las novedades de esta retrospectiva, muestra a un Guerrero muralista que pretende integrar en la pintura los nuevos materiales que la industria de la construcción proporcionaba (uralita, ladrillos refractarios o bloques de cemento) y que denomina frescos portátiles.
De las bioformas al gesto está formada por obras realizadas desde los inicios de los años 50 hasta mediada la década, entre las que se encuentran grandes lienzos ‘Black Cries’, pintado con motivo del nacimiento de su hija Lisa; ‘Ocultos, Signos, Ascendentes, Black Followers y Signo’, una estación intermedia o fase de transición dentro de la evolución de su obra.
En la cuarta sección, titulada ‘El expresionismo abstracto’, aparecen obras en las que el pintor muestra signos claros de cambio, gracias al uso de colores provocativos sumados a formas dramáticas, en los que el negro ocupa un notable protagonismo que le permite trasladar al lienzo su mundo emocional.
La memoria revisada, en torno a 1962-1963, es el prólogo de su vuelta a España, algo que ocurre en 1965, con obras cuyos títulos están relacionados con la patria del pintor: Albaicín (1962), La Chía (1962), Sacromonte (1963), Andalucía (aparición) (1964).
Los Guerrero se establecieron en Frigiliana (Málaga), donde adquieren y remodelan un cortijo al que vuelve desde entonces todos los veranos; Cuenca, animado por el ambiente creado en torno al Museo de Arte Abstracto Español, y Madrid. La figura de Federico García Lorca ocupa un lugar destacado dentro de este apartado.
Las enseñanzas que Guerrero extrajo de La brecha de Víznar, escenario de un intenso psicodrama y laboratorio experimental, dan pie a una nueva etapa de su obra.
La Alhambra también fue para el artista motivo de inspiración, tal y como reconoció en múltiples ocasiones, especialmente en un motivo plástico que le acompañaría toda su vida: el arco, por su recurrencia decorativa y arquitectónica en la Alhambra.