La Virgen de la Amargura, sobre el paso sin palio de la Virgen de la Victoria, abandonó su sede canónica del Monasterio de las Comendadoras con hora y media de retraso por la lluvia. A cambio, las calles estuvieron después repletas en todo el recorrido hasta la Catedral y la temperatura fue más agradable. En su salida, la Virgen fue despedida con el Himno de la Coronación por el coro de la hermandad y las madres Comendadoras.