Proponen una nueva palabra relacionada con este granadino

Petición a la RAE

Retrato de Ángel Ganivet del pintor Ruiz de Almodóvar. Museo de Bellas Artes de Granada

Retrato de Ángel Ganivet del pintor Ruiz de Almodóvar. Museo de Bellas Artes de Granada

El Centro Artístico de Granada ha pedido a la Real Academia de España, encargada de editar el diccionario de la lengua española, que se incluya oficialmente el adjetivo “ganivetiano” para indicar que un texto o un suceso está relacionado con, o hace referencia al escritor granadino Ángel Ganivet.

En el diccionario ya hay incluidos otros adjetivos semejantes, derivados de nombres de famosos artistas y literatos, como “lorquiano”, “cervantino”, “machadiano” o “gongorino”.

Según ha informado hoy el Centro Artístico de Granada, se ha elegido la palabra ganivetiano frente a ganivetino o ganivetiense, “por su sonoridad fonética y el aplomo fónico que implica el diptongo al ser pronunciado”.

Esta solicitud a la Real Academia de España (RAE) es la primera actuación de este centro en la celebración del 150 aniversario del nacimiento de Ángel Ganivet, cuya efemérides se conmemorará con una serie de actos culturales para difundir la vida, obra y legado de este escritor y diplomático español.

La petición se ha hecho por medio de la unidad interactiva del diccionario de la RAE, en su página web, y de ser aceptada implicaría la inclusión de la palabra “ganivetiano” en la vigésimo cuarta edición del mismo.

Ángel Ganivet García nació en Granada el 13 de diciembre de 1865 y murió en Riga (en aquel momento parte del imperio ruso, hoy capital de Letonia) el 29 de noviembre de 1898.

Fue profesor, escritor, precedente de la Generación del 98 y diplomático.

Desarrolló su carrera como funcionario bibliotecario del Ministerio de Fomento en Madrid, donde conoció a Miguel de Unamuno.

Tras perder unas oposiciones a catedrático de griego, en 1892 ganó unas oposiciones al cuerpo consular, por lo que fue nombrado vicecónsul en Amberes, y en 1895 fue destinado como cónsul a Helsinki, donde escribió la mayor parte de su obra.

Destinado a Riga en 1898, murió tras tirarse al río Dvina, y está enterrado en el cementerio de San Miguel de esa capital.

Aunque su figura ha sido objeto de estudios filosóficos, políticos y éticos religiosos, es un personaje relativamente olvidado, que vivió con enorme intensidad el declive español de finales del siglo XIX, y cuyas aportaciones literarias y científicas se han diluido a lo largo de los años.

Según el centro artístico, su “patriotismo, espiritualidad, pacifismo, laicismo e idealismo lo hacen único de nuestra cultura y merecedor de homenaje y reconocimiento más de cien años después de su muerte”.

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